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lunes, 30 de agosto de 2010

Los "V2". La ruina de Hitler


Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, mediante el Tratado de Versalles, a Alemania se le prohibiría la fabricación de todo tipo de armamento pesado. En aquel momento los cohetes no eran considerados como un arma altamente destructiva, por lo que serían omitidos en sus clausulas. En aquellos momentos un físico alemán y visionario de la astronáutica, Hermann Oberth, encandilaba a los alemanes con sus teorías sobre la construcción de cohetes de combustible líquido. Poco a poco proliferarían por toda Alemania los clubes de amigos de los cohetes, siendo su máximo exponente “La Sociedad para el vuelo espacial” o “VfR”( Verein für Raumschiffahrt). Pero en cierto momento los militares verían los cohetes como un arma de gran potencial, prohibiendo estos clubes y reclutando a jóvenes aficionados a los que becaban sus estudios, con la condición de posteriormente trabajar en la fabricación de prototipos cada vez más potentes en una base secreta en Peenemünde. Ni que decir tiene que esto era un flagrante incumplimiento de los acuerdos de Versalles.

Con la llegada al gobierno de Hitler, este no era muy optimista con el poder que podían llegar a desplegar los cohetes, por lo que redujo los presupuestos de la investigación al mínimo. Una vez alcanzada la primera mitad de la Segunda Guerra Mundial, y viendo que los aliados ganaban posiciones, no le quedó más remedio que confiar en la cohetería como el arma que podría marcar las diferencias en la contienda. Pero ya era demasiado tarde, se había perdido un tiempo precioso y la producción de cohetes aún necesitaba perfeccionarse, pero había que intentarlo. El 8 de Septiembre de 1944 caía sobre Londres el primer cohete V2 (en la foto), marcando así el comienzo de una nueva era histórica que cambiaría la vida del ser humano en el siglo XX.

Los V1 eran una especie de aviones programados, que una vez sobre el enemigo apagaban su motor y se dejaban caer sobre el objetivo, pero pronto fueron interceptados por los radares aliados, y llegó un momento que eran derribados por los antiaéreos antes de que llegaran a su destino Sin embargo los V2 alcanzaban altitudes de más de 80 kilómetros, y después caían sobre el enemigo a velocidades supersónicas, no dando tiempo a realizar ningún tipo de defensa. De hecho los primeros V2 caídos sobre Londres se pensó que habían sido explosiones de gas debido a cañerías defectuosas. El terror que sembraron los V2 se debió principalmente a la total indefensión que tenía la población civil En un plazo de unos cinco minutos caían a trescientos kilómetros del lugar de lanzamiento. La gente se enteraba de la llegada de un cohete cuando éste ya había explotado.

Pero no es oro todo lo que reluce, y una vez terminada la contienda y analizada a fondo, podemos llegar a decir que los cohetes V2 llevaron a la ruina al Tercer Reich. A pesar de la utilización de mano de obra esclava, la fabricación de un V2 era carísima, tanto, más o menos, como un bombardero convencional, sin embargo mientras los bombarderos tenían múltiples usos, los cohetes solamente tenían un solo uso. El propio ministro de Hitler, Albert Speer, llegaría a decir que mientras los aliados lanzaban una media de tres mil toneladas de bombas diarias sobre Alemania, Hitler contraatacaba con unos treinta cohetes, llevando unas veinticuatro toneladas diarias de explosivos sobre Inglaterra. Pero otro de los graves inconvenientes de los cohetes fue que solamente un 30 % daban en el blanco. Y siguiendo con las cifras, diremos que mientras los bombardeos aliados causaban cerca de 600.000 víctimas civiles en toda la contienda, las víctimas causadas por los V2 andaban alrededor de 5.400. Pero donde los V2 causaron la mayor cantidad de víctimas fue en la fábrica de producción de Mittelwerk, donde más de 10.000 prisioneros murieron víctimas de las atrocidades nazis. Lo más probable es que si Hitler hubiera destinado sus esfuerzos a la fabricación de bombarderos y cazas, el desarrollo de la guerra hubiera tomado un camino bien distinto. El mismo Eisenhower escribiría: “…si las V2 hubiesen entrado en servicio seis meses antes, nuestra invasión de Europa habría resultado extremadamente difícil, quizás imposible.” De todas formas, fuera como fuese, los V2 lo único que habrían hecho sería alargar la contienda, ya que tarde o temprano llevaría a Estados Unidos a platearse lanzar una bomba atómica sobre Alemania. En definitiva, puede que la escasa operatividad bélica de los nuevos misiles evitara al pueblo alemán males mayores.

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lunes, 23 de agosto de 2010

Belka y Strelka: Las primeras cosmonautas


El pasado 19 de Agosto se cumplió el 50 aniversario del lanzamiento al espacio, por parte de la Unión Soviética, de las perras Belka y Strelka, retornando a la Tierra sanas y salvas, de esta manera serían los primeros seres vivos que saldrían al espacio y volverían en plenas condiciones de salud. Recordemos que el primer ser vivo que saldría al espacio sería la perra Laika, pero desgraciadamente su nave no tenía sistema de retorno por lo que murió. Un año antes, ya los americanos habían lanzado al espacio dos monas Rhesus (Baker y Able), pero estas volverían a la Tierra sin orbitarla.

Las perras volarían en un compartimento especial, alojado en la capsula “Sputnik 5”, e irían acompañadas de 40 ratones, dos ratas, plantas, semillas, frutas, insectos y otros seres vivos. Las perras (la carga más importante) eran observadas desde tierra con dos cámaras de televisión. Poco después del lanzamiento, parecían no manifestar señales de vida, aunque la telemetría decía lo contrario, la razón fue debida a lo que después se conocería como el mareo espacial. Unas órbitas más tarde Belka acabaría vomitando. Esta fue la razón por la que los médicos recomendarían que el primer viaje tripulado por un hombre (Gagarin) fuera solamente de una órbita. El segundo viaje tripulado de un hombre fue el de Titov, el cual daría 17 vueltas a la Tierra, padeciendo los mismos síntomas de mareo que las perras, situación esta que preocuparía mucho a los médicos del programa espacial soviético.

A parte de este inconveniente, el viaje de Belka y Strelka transcurrió sin incidentes, realizando 18 órbitas y haciendo una reentrada en la atmósfera perfecta, cayendo a una distancia de 10 kilómetros del lugar programado. A una determinada altura la pequeña capsula donde viajaban los animales fue eyectada, y caería aparte con paracaídas, como luego se haría con los primeros vuelos tripulados por personas. Finalmente se comprobó que las perras estaban en perfectas condiciones y que los efectos del mareo eran una cuestión transitoria

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lunes, 16 de agosto de 2010

La manipulación de las masas


En la mañana del 16 de Julio de 1969, alrededor de millón y medio de personas se arremolinaban fuera de los márgenes de seguridad de la plataforma de lanzamiento 39A de Cabo Kennedy. Muchos ya llevaban días ocupando con sus caravanas y tiendas de campaña los aledaños de la zona, otros llegaban a última hora colapsando carreteras y autopistas. El espectáculo, además de impresionante, era algo histórico que la gente no quería perderse. El enorme cohete de 110 metros de altura y casi tres millones de kilogramos de peso estaba a punto de ser lanzado al espacio con la finalidad de poner un hombre en la Luna. Miles de periodistas con sus cámaras fotográficas, y las cámaras de televisión cubrían la noticia para el resto del mundo. El lugar era el ideal para hacerse notar, y allí llegaron el pastor Ralph Albernathy (en la foto) (sucesor del malogrado Martin Luther King y presidente de “La Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano) y más de un centenar de sus seguidores, con el fin de manifestarse en contra del despilfarro económico que se estaba haciendo con la exploración espacial. La idea consistía en que ese dinero era mejor gastarlo en paliar el hambre en el mundo. Los manifestantes ocuparon la entrada principal al Centro Espacial Johnson, y ante la mala imagen que pudiera empañar tan trascendental momento, el administrador de la Nasa señor Thomas Paine, se apresuró a citar a una delegación de los manifestantes en una de las salas del Centro. Allí dialogaron cordialmente, y el señor Paine explicó a los delegados las ventajas científicas que se desprendían de la exploración del espacio. Una vez Albernathy y sus delegados aclararon sus dudas, fueron invitados por Paine a pasar a la zona “vip” para presenciar el lanzamiento. Mientras, los manifestantes aguardaban pacientemente las órdenes de sus líderes. Acabado el espectáculo, Albernathy y sus seguidores se retiraron tranquilamente con la conciencia de haber cumplido con su deber.

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lunes, 9 de agosto de 2010

Hermann Oberth. Padre de la astronautica alemana.


Herman Oberth nació el 25 de Junio de 1894 en Sibiu (Transilvania-Rumanía), aunque viviría una gran parte de su vida en Alemania. Junto con Konstantin Tsiolkovski (Unión Soviética) y Robert Goddard (Estados Unidos), se les puede considerar como los padres de la astronáutica, debido a que a pesar de no haber tenido conexión entre ellos, sentaron las bases de la cohetería y del vuelo espacial.

Curiosamente como también pasara con casi la totalidad de los grandes personajes de la historia de la exploración espacial, Oberth en su juventud se vio cautivado con la lectura de las obras de Julio Verne, en especial la novela: “De la Tierra a la Luna”. A pesar de su afición a los cohetes, comenzó estudios de medicina en la universidad de Munich, sirviendo en el ejército como auxiliar en la Primera Guerra Mundial. De esta forma concluiría que esta no era su vocación, y al término de la contienda continuó estudios universitarios, pero en este caso de física en la Universidad de Heidelberg. Una vez terminada su carrera, presentó una tesis doctoral que estaba tan por encima de los conocimientos de los catedráticos del tribunal, que estos no se atrevieron a valorarla. Se encontraron tan desconcertados que el departamento de astronomía decía que eso no era astronomía, y el de física que eso no era física. Para quitarse la responsabilidad de encima le sugirieron que realizara otra tesis, calificando esta como demasiado utópica, por lo que no podían darle el doctorado. A lo que Oberth se negó rotundamente, respondiendo a los catedráticos que para ser un gran científico no le hacía falta doctorarse. En 1923 con dinero prestado por sus amigos, publicaría su tesis en un pequeño libro de noventa y dos páginas, titulado:”El cohete hacia el espacio interplanetario”, el cual rápidamente se convertiría en un superventas no solo en Alemania sino en toda Europa. Más tarde en 1929, editó una nueva versión, ahora de cuatrocientas veintinueve páginas, consiguiendo un éxito internacional y siendo considerada como una importante aportación a la ciencia.

En 1928 el director de cine Fritz Lang, después de leer el libro de Oberth, decidió filmar una historia de aventuras sobre viajes espaciales: “La mujer en la Luna”. Lang quería que su película fuera técnicamente correcta, por lo que exhortó a Oberth para ser su asesor técnico. Para ello se construyeron maquetas con un gran realismo para la época, y los datos técnicos eran de tal precisión, que los nazis retiraron la película de las pantallas, destruyendo a la vez las maquetas, puesto que pensaban que podían revelar aspectos de sus planes secretos para desarrollar un cohete auténtico.

La vida de Oberth transcurriría entre Alemania y diversos países de Europa. Trabajaría para la Escuela Técnica Superior Technische Hochschule de Viena, y luego en Alemania. Después en Peenemunde (Alemania) para el proyecto V2. En 1948 se fue a Suiza donde trabajaría como consultor. En 1950 se trasladaría a Italia para trabajar para la marina de este país. Después volvería a Alemania, y a continuación a Alabama (Estados Unidos), bajo las órdenes del que fuera su antiguo alumno Wernher von Braun. Finalmente en 1960 trabajaría en Convair, como consultor técnico del cohete Atlas.

Oberth fallecería el 28 de Diciembre de 1989 en Feucht (Nuremberg-Alemania), ciudad donde fue creado el museo del espacio “Hermann Oberth”, y la “Sociedad Hermann Oberth” que reúne a científicos, investigadores y astronautas para continuar su trabajo en la astronáutica y la exploración espacial.

Hermann Oberth fue fundamentalmente un teórico. Sus estudios se basaron principalmente en las ecuaciones que regirán el viaje espacial, proponiendo la idea de un cohete de dos etapas, impulsado por medio de hidrógeno y oxígeno líquidos. Pero su mayor contribución a la astronáutica fue el hecho de atraer a cientos de personas hacia este campo. Ello daría como consecuencia la aparición de numerosos clubes de aficionados a los cohetes. A raíz de sus primeras publicaciones, en Alemania se desataría un movimiento que llegó a denominarse la “cohetemanía”. El mismo magnate del automóvil Fritz von Opel llegaría a poner cohetes a sus prototipos, alcanzando velocidades cercanas a los doscientos kilómetros por hora. Oberth sabría llegar al gran público haciendo ediciones mucho más accesibles al hombre de la calle. De estos clubes surgirían los ingenieros que llevarían a cabo la construcción de los misiles alemanes de la Segunda Guerra Mundial, los “V-2”, que luego trabajarían en Estados Unidos en el programa espacial norteamericano, liderado por el que fuera su antiguo alumno Wernher von Braun.

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lunes, 2 de agosto de 2010

Operación Paperclip. Alemanes de usar y tirar.


Una vez hubo acabado la Segunda Guerra Mundial, los aliados se lanzaron al expolio de lo poco que quedaba en Alemania. Uno de los factores de mayor interés para estos, fue lo que se le dio en llamar la caza de “cerebros”. Fundamentalmente Estados Unidos se precipitó a adentrarse en territorio alemán a la búsqueda de científicos, de los cuales obtener información tecnológica con la cual enriquecerse. Uno de los equipos que con mayor facilidad fue capturado fue el capitaneado por Wernher von Braun, el famoso creador de los misiles “V2”, en parte porque se entregaron a los americanos para no ser capturados por soviéticos o ingleses. Una vez en manos americanas, Braun negociaría su deportación y la de su equipo a Norteamérica con el fin de seguir trabajando en la creación de misiles, ahora para el ejército estadounidense. Pero antes, todos estos técnicos e ingenieros deberían de pasar por una serie de intensos interrogatorios con el objeto de no contratar a nadie que hubiera pertenecido a las S.S. o participado en delitos de sangre. Una vez hecha la depuración pertinente, 127 de unos 500 fueron enviados a Estados Unidos para proseguir con sus trabajos. Con el tiempo les acompañarían sus familias, y después se nacionalizarían americanos. Esta operación sería llamada “Overcast”, pero debido al archivo de los informes de estos interrogatorios con un clip, sería conocida popularmente como “Paperclip”. Estos informes serían clasificados, aunque debido a las innumerables denuncias de americanos, principalmente judíos y cazadores de nazis, serían revisados continuamente causando trastornos importantes en sus vidas y trabajo.

Uno de estos casos fue el de Arthur Rudolph (en la foto), que fuera director del programa Saturno V en el Centro Marshall, hasta que por motivos de salud lo dejara en 1968. Arthur se trasladó a California con su mujer y su hija, y allí vivió tranquilamente hasta que en 1984 agentes de la Oficina de Investigaciones Especiales del Departamento de Justicia llamaron a su puerta. El objeto de la visita versaba sobre la búsqueda de antiguos criminales de guerra nazis. Rudolph colaboró con los agentes como antes lo había hecho en la posguerra, pero las interpretaciones que estos harían de sus declaraciones serían muy distintas. Ante la posible inculpación en crímenes de guerra, se le ofreció una salida pactada que consistía en la pérdida de la nacionalidad americana y la expulsión del país. A cambio no sería juzgado, con el consiguiente riesgo de perder su pensión y su prestigio. Alejado del apoyo y desconocimiento de su situación por parte de sus excompañeros, Rudolph se vio obligado a retornar a su país de nacimiento, asqueado por recibir este trato cuando ya no era útil para la nación. Cuando sus antiguos compañeros del Centro Marshall se enteraron de la situación, le animaron para que volviera y se enfrentara al problema, al fin y al cabo no se aportaron más pruebas que las que ya había, y en su momento no habían supuesto ningún inconveniente. Rudolph intentó el regreso a los Estados Unidos, pero a su llegada fue rápidamente detenido por agentes de inmigración. Posteriormente fue juzgado, hallándosele inocente de todos sus cargos. De todas maneras, se le denegó su entrada en el país por problemas burocráticos, volviendo a Alemania donde moriría en 1996 a la edad de 89 años.

Las vidas de los alemanes del Paperclip en Estados Unidos nunca fueron tranquilas, el mismo Wernher von Braun fue interrogado varias veces más, pero siempre fue respetado dada su valía como experto en cohetes. No gozó de la misma suerte Arthur Rudolph, que una vez dejó de ser útil fue despreciado por el sistema americano.

La valoración que se pueda hacer de estos hechos la dejo en sus manos.

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