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jueves, 3 de mayo de 2012

La desaparición de cosmonautas en la Unión Soviética

http://lhtrans.blogspot.com.es/2010/02/la-desaparicion-del-cosmonauta-valentin.html


Nelyubov, uno de los cosmonautas aparentemente desaparecidos.

La constante tozudez del gobierno soviético en ocultar todas sus actividades se llevó también al ámbito de la exploración espacial. Todo ello y ante un mundo nuevo, misterioso y desconocido, que ahora se abría a los ojos de la humanidad, hizo que afloraran multitud de leyendas en torno a esta actividad. A parte del recurrente avistamiento de ovnis que tuvo sus momentos álgidos en aquellos años sesenta, las constantes desapariciones de cosmonautas llenaban de un halo morboso toda la industria espacial.

Ya en los años 70, investigadores como James Oberg o Rex Hall, descubrieron que muchas de las fotografías que aparecían en la historiografía soviética habían sido retocadas, eliminando de ellas a cosmonautas desconocidos, que sí aparecían en las fotografías originales. A priori nadie sabía o se atrevía a decir quienes eran aquellos personajes desconocidos y los motivos por los cuales habían sido borrados, pero con el tiempo y la desaparición de la Unión Soviética, poco a poco en constantes entrevistas a viejos cosmonautas fueron saliendo a la luz los nombres y los motivos por los que fueron obviados por el ejército rojo. Quizás una de las fotografías más interesantes en este sentido sea la realizada en mayo de 1961 en Sochi, a orillas del Mar Negro. En aquella fotografía de grupo aparecen 22 personas, sin embargo en la fotografía oficial la cifra se reduce a 16. Era de esperar que estas situaciones provocaran el afloramiento de rumores que corrían de boca en boca por la Unión Soviética, sin fundamentos de peso que los avalaran, pero que son la comidilla de los conspiranoicos, y terminan arraigando en la población ávida de morbo y misterio. Los seis cosmonautas desaparecidos eran: Grigoriy G. Nelyubov, Ivan N. Anikeyev, Valentin I. Filatyev, Mars Z. Rafikov, y Dmitriy A. Zaykin, y el instructor de paracaidismo Nikolay Nikitin. Las razones de estas desapariciones distan mucho de deberse a accidentes, salvo en el caso ya tratado en este blog de Valentín Bondarenko, el cual falleció con motivo de un accidente en el transcurso de una prueba previa al vuelo espacial. Al objeto de evitar cualquier descrédito mundial, el sistema lo que hacía era desaparecer todas las pruebas que mostraran los errores cometidos, para ello se borraban de todos los registros los nombres de los cosmonautas afectados, demostrando así que esas personas nunca estuvieron en el cuerpo de cosmonautas.


 Vease la desaparición de Nelyubov en la segunda fotografía.

El caso de Nelyubov, Anikeyev y Filatyev, se debió al enfrentamiento que tuvieron con la policía un día de borrachera, terminando en la cárcel y con un parte militar. Una vez aclarado que se trataba de cosmonautas, los responsables pidieron a los militares que no les abrieran un expediente. El oficial al mando accedió a la petición, siempre y cuando pidieran disculpas a la patrulla. Anikeyev y Filatyev accedieron rápidamente, pero el orgulloso Nelyubov se negó: era un cosmonauta de la Unión Soviética, y no iba a rebajarse ante un simple puñado de soldados. Aireado, el oficial tramitó los expedientes que cuando llegaron al general encargado del entrenamiento de cosmonautas firmó la expulsión del cuerpo de los mismos.
Algo parecido le ocurriría a Mars Raficov, un hombre mujeriego y difícil que se vio envuelto en altercados y ofensas al cuerpo, por lo que también fue apartado del grupo de cosmonautas.
El caso de Zaykin sería bien distinto ya que su problema sería de salud al detectarle una serie de úlceras recurrentes. Esto sería suficiente para apartarle de la disciplina espacial.
Por último, la desaparición del entrenador de paracaidismo Nikitin, se debió a una lesión ocurrida en un salto. Esta manía persecutoria también fue razón suficiente para proceder a su eliminación de las fotografías oficiales.
A parte de estos personajes hubo muchos más, todos ellos por problemas de indisciplinas y de salud, pero su expulsión del programa espacial está perfectamente aclarado, aunque en aquellos días sirvió de motivo para las más variadas especulaciones. Todo esto, lejos de limpiar la imagen del sistema lo único que hacía era oscurecerla aún más, con historias rocambolescas que aún hoy en día siguen arraigadas en la población.

Pero aparte de este asunto de las fotografías, existen decenas de leyendas sobre cosmonautas muertos en misiones espaciales, como son los siguientes casos, según datos del historiador James Oberg:
El primer caso de un cosmonauta muerto sería el de Ledovsky que muere en el primer vuelo espacial tripulado en 1957. Se dijo que había muerto realizando un vuelo suborbital de prueba, cuando la Unión Soviética no realizó ningún vuelo de este tipo, se pasó directamente a orbitar la Tierra.
El segundo caso sería el del cosmonauta Shiborín, fallecido en 1958, y nuevamente en 1959 fallecería Mitkov. Ambas muertes aparecerían en una relación aportada por la agencia italiana de noticias Continentale, pero no se tiene ningún tipo de evidencias de las mismas.
En 1960 un cosmonauta de nombre desconocido quedaría perdido en el espacio al fallar la maniobra de salida de órbita.
En septiembre de ese mismo año otro cosmonauta moría al estallar su cohete en la rampa de lanzamiento, se le identificaría como Pyotr Dolgov. También se diría de él que moriría en una prueba del traje espacial, para lo cual ascendió a 28 kilómetros de altura y al rompérsele el casco moriría asfixiado.
El 4 de febrero de 1961, radioaficionados escuchan latidos de corazón provenientes del espacio, los cuales se detienen bruscamente. Se llegaron a dar incluso los nombres de los cosmonautas, tratándose de: Belokonev, Kachur y Grachev.
Un caso perfectamente ilustrado es el de Vladimir Ilyushin, el cual es considerado como el primer hombre que viajó al espacio el 7 de abril de 1961. Ilyushin después de tres orbitas a la Tierra, aterrizaría en territorio Chino sufriendo heridas de cierta consideración, siendo más tarde repatriado.  Sin embargo hay serias razones para no creer esta alegación, ya que las relaciones políticas entre chinos y soviéticos eran en aquel momento bastante tensas y sería de esperar que los chinos dieran a esta intromisión un carácter propagandístico. De Ilyushin también se dijo que tras su accidente quedó en mal estado mental, por lo que decidieron no presentarlo al mundo y realizar otra misión con Gagarin. Según James Oberg (uno de los historiadores más fiables), no existe ninguna evidencia que confirme esta historia. Parece ser que Ilyushin existió realmente pero no como cosmonauta, y que en aquellos días se encontraba en un complejo chino recuperándose de un accidente de tráfico.
En mayo de 1961 se captan en Europa débiles señales de socorro, procedentes de una nave espacial en órbita con dos tripulantes a bordo.
El 14 de octubre de 1961, una nave soviética con tripulación múltiple es sacada de su órbita por una intensa actividad de viento solar, perdiéndose en el espacio.
En noviembre de 1963 sería una mujer la que perdería la vida en una misión espacial.
Posteriormente al accidente del Apollo 1 en 1967, los servicios de inteligencia norteamericanos descubren cinco vuelos espaciales soviéticos con consecuencias mortales, y seis accidentes en tierra con el mismo resultado. 
Pero una de las leyendas urbanas mas populares fue la del cosmonauta Iván Istochnikov, creada por el fotógrafo español  Joan Fontcuberta, el cual a pesar de repetir hasta la saciedad su falsedad, aún hoy en día sigue circulando como verídica, tal es el caso del programa de televisión Cuarto Milenio que en junio de 2006 la daba por buena, al igual que también haría lo propio el diario El Mundo. Después del accidente de la Soyuz 1, se lanzaría la número dos en servicio de prueba y sin tripulación. Según Fontcuberta esta iría tripulada por Istochnikov, el cual sería encontrado muerto por la Soyuz 3, tripulada oficialmente por Georgi Beregovoi. Pero la trama de esta historia se urdiría entorno a un montaje fotográfico en el cual aparece Joan Fontcuberta representando al cosmonauta Istochnikov y luego desapareciéndolo en otras fotografías. 
 Fotomontaje del fotógrafo español Joan Fontcuberta.
Otro caso rocambolesco es también el de la Soyuz 3, que según la enciclopedia Encarta, llegaría a la Luna orbitándola en 60 ocasiones. Claro está que los soviéticos en aquellos años no tenían un lanzador lo suficientemente potente como para llegar a la Luna. 
Hoy en día toda la historia del programa espacial tripulado soviético ha sido desclasificada, y existen multitud de memorias de cosmonautas, ingenieros, técnicos, entrenadores, etc. que avalan lo sucedido en aquellos años. Hoy en día sabemos perfectamente quien estaba en el equipo original de cosmonautas, quien nunca voló, fue despedido, o resultó muerto tanto en vuelo como en tierra, y solamente se ha constatado la ocultación de una muerte, que fue el caso ya comentado de Valentín Bondarenko. De todas formas a la gente le resulta más atractivo creer que todo esto existió, y que su ocultación es fruto de gobiernos misteriosos que ocultan realidades absurdas.

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jueves, 19 de enero de 2012

Neil Armstrong y el Sr. Gorsky

Neil Armstrong en una de tantas conferencias

Fundamentalmente el secretismo conque la Unión Soviética llevó acabo el programa espacial, hizo que en torno a toda esta actividad existiera un cierto morbo, y fundamentalmente fue caldo de cultivo para los conspiranoicos que hicieron aflorar todo tipo de historias. Una de ellas, aunque en esta ocasión perteneciente al bando norteamericano, es la que cuenta en su blog, y aquí os transcribo, el especialista en exploración espacial Javier Casado. Dice así:

Durante años, las últimas palabras que pronunció Armstrong en la Luna resultaron un misterio para todos los que pudieron escucharlas, tanto entre el público en general como dentro de la propia NASA. Mientras se preparaba para subir por última vez la escalerilla del módulo lunar, poco antes de despegar para volver a la Tierra, Neil Armstrong pronunció cuatro enigmáticas palabras: “Good luck, Mr. Gorsky”. Buena suerte, Sr. Gorsky.
Esa frase desconcertó durante años a todos aquellos que habían seguido en detalle la misión del Apollo 11. En principio, casi todos creyeron que se trataba de algún cosmonauta ruso rival, a quien Armstrong deseaba suerte tras haberlo vencido en la carrera por llegar a la Luna. Pero nadie pudo encontrar nunca un nombre parecido entre los involucrados en el programa espacial ruso. Por todos los Estados Unidos surgieron investigadores que buscaron también si alguien entre los técnicos de la NASA se apellidaba Gorsky, o si esta frase podría haber sido parte de algún código secreto acordado entre el Control de la Misión y los astronautas del Apollo para transmitir alguna información codificada. Durante años, multitud de técnicos de la NASA fueron consultados sin éxito: según sus declaraciones, las últimas palabras de Armstrong en la Luna les habían desconcertado tanto como al público en general. El propio astronauta sería preguntado sobre ello en multitud de entrevistas a lo largo de los años, a las que solía responder con una simple sonrisa y el silencio, o, en el mejor de los casos, con evasivas. Pasaban los años y el misterio permanecía sin aclarar.
Finalmente, en 1995, 26 años después de que ocurriera todo, la verdad salió a la luz. El 5 de julio de ese año, Armstrong era entrevistado en la CBS por el famoso presentador Walter Cronkite, quien, íntimo amigo de Armstrong, le preguntaría una vez más por la misteriosa frase. Sólo que esta vez la reacción de Armstrong sorprendió a todos:
“Bien, es cierto que durante años me habéis estado preguntando qué significaban esas enigmáticas palabras, y durante todos estos años me he sentido obligado a no dar la respuesta, al sentir que era algo extremadamente confidencial. Pero hoy la situación ha cambiado. Desde hace unos meses, Mr. Gorsky ha muerto, y creo que ahora ya no importará que revele lo que significó aquella frase”.
Con Cronkite y todos los espectadores pendientes de cada una de sus palabras, Neil Armstrong procedió entonces a contar la historia que había detrás de la última frase que se pronunció sobre la Luna al final de la misión del Apollo 11:
Siendo un niño, Neil Armstrong estaba jugando al béisbol con su hermano en el jardín de su casa en Wapakoneta, Ohio. En una ocasión, tuvo que ir a recoger una pelota que había ido a caer junto a la casa de sus vecinos, bajo la ventana del dormitorio; entonces escuchó los gritos de una discusión dentro de la casa. Era la señora Gorsky, que gritaba a su marido: “¿Que quieres que te chupe qué? ¿Me estás pidiendo que te haga sexo oral? ¡Tendrás sexo oral el día que el chico de los Armstrong ande sobre la Luna!”
Armstrong nunca olvidó aquella frase, de modo que, mientras estaba sobre nuestro satélite, no pudo evitar acordarse del Sr. Gorsky y de si él también se acordaría de recordar a su mujer aquellas proféticas palabras. Por eso, no pudo evitar pronunciar con una sonrisa, poco antes de subir al LEM: “Buena suerte, Sr. Gorsky”.
Para seros sinceros: todo esto no es más que una leyenda urbana, y, como tal, absolutamente falsa. Armstrong nunca pronunció esas palabras. Nunca existió un Sr. Gorsky y una señora Gorsky discutiendo por sus gustos sexuales mientras los escuchaba un futuro astronauta, y nunca ningún presentador preguntó a Armstrong por una frase que nunca pronunció. Pero, reconozcámoslo, es una historia mucho más divertida que las demás historias conspiranoicas que rodean las misiones a la Luna. Y es una historia que aún a día de hoy sigue corriendo por los Estados Unidos, con bastantes personas que aún creen que todo esto sucedió de verdad. Como digo, al menos te hace sonreír.

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martes, 3 de enero de 2012

La carrera espacial

Nave Vostok con su esclusa de salida al exterior.

“La carrera espacial” fue una de las controversias más representativas de la Guerra Fría. Las dos superpotencias mundiales nacidas en la Segunda Guerra Mundial, la URSS y los Estados Unidos, buscaban maneras de mostrarse al mundo como dos sistemas económicos perfectos, en este caso el nivel tecnológico parecía ser el termómetro que marcara las diferencias. Sin embargo, solapadamente dejaban entrever el potencial armamentístico de sus misiles. La excusa ahora era ser los primeros en llegar a la Luna. Ambas naciones se embarcarían en una empresa descomunal, con unos presupuestos jamás superados y que hoy en día serían inadmisibles.
Las posiciones eran muy distintas y el aperturismo informativo iba a jugar una baza muy importante, sobre todo para el bando soviético. Mientras estos conocían por la prensa todos los movimientos de sus rivales, los americanos se enteraban a duras penas a través del espionaje de las maniobras previstas en el lado comunista. En esta tesitura el 4 de Octubre de 1957 la URSS pone por sorpresa en el espacio el primer satélite creado por el hombre. De esta manera los soviéticos dan el pistoletazo de salida y se colocan por delante de los americanos, una posición a todas luces ficticia o mejor dicho teórica, que aún hoy en día se da por muchos como buena.
La situación era la siguiente: Por el lado soviético se encontraba al frente del programa espacial Serguei Korolev, un ingeniero que permaneció siempre en el anonimato por cuestiones de seguridad. Por otro lado existían otros pequeños grupos que rivalizaban por conseguir pequeños contratos. Y en el lado americano se encontraba Werner Von Braun con su equipo de científicos alemanes capturados en la II Guerra Mundial, y un inexperto grupo de ingenieros americanos dependiente del ejército estadounidense. A principios de 1957, tanto Korolev como Braun estaban perfectamente capacitados para poner un satélite en el espacio, solo faltaban los trámites burocráticos, el primero que los solucionara pasaría a la historia. Los problemas de Werner Von Braun eran prácticamente insuperables, durante la Gran Guerra había trabajado para los alemanes, y los judíos americanos no iban a dejar que un alemán entrara en la historia con su dinero. Por su parte a Korolev solo le bastó conseguir una entrevista con Nikita Kruchev para convencerle de la gran importancia bélica que podían tener los satélites. En esta situación, la Unión Soviética sería la primera en golpear, pero técnicamente ambas potencias estaban igual de preparadas.
Ahora llegaría el siguiente paso, poner un ser vivo en el espacio. Para ello solo hacía falta un poco mas de potencia capaz de lanzar una capsula presurizada con un animal lo menos pesado posible. Y es aquí cuando hay que reconocer que los soviéticos tomaban una ligera ventaja a los americanos, ya que mientras estos últimos solo conseguían poner pequeñas cargas en órbita, los primeros lanzaban a la perra Laika con un peso total del equipo superior a 500 kgs. Sin embargo, hay que reprochar a los comunistas la poca sensibilidad con el animal, ya que la cápsula no tenía sistema de retorno con lo cual estaba condenada a la muerte, cosa que los americanos nunca hicieron con sus monos.

Después de muchas prácticas de seguridad con perros y monos, llegaba el momento de ser un hombre el que alcanzara el espacio. Ambas potencias iban a la par, pero las medidas de seguridad de los americanos primaban por encima de todo, un error con víctimas humanas podía provocar en el Congreso la retirada de los presupuestos para el resto de la exploración espacial tripulada. Sin embargo en la Unión Soviética esto se veía como un acto más de patriotismo, todo estaba dirigido por militares y el cosmonauta era un héroe al frente de una misión por la patria. Con la información privilegiada que tenían los comunistas sobre los pasos que seguían los americanos, solo tuvieron que esperar lo más posible y adelantarse por pocos días. Así el 12 de abril de 1961, Gagarin orbitaba la Tierra por primera vez. De todas formas, también ahora la tecnología soviética adelantaba a la americana, puesto que mientras los soviéticos orbitaban la Tierra, los americanos solo salían al espacio cinco minutos y se dejaban caer.

Fue en este momento cuando la Unión Soviética se aficionó más a batir records y a asombrar al mundo, que a perfeccionar su tecnología espacial. Habían sido los primeros en poner un satélite en el espacio, los primeros en lanzar un ser vivo, y ahora los primeros en poner un hombre en órbita. Había que seguir buscando hazañas que realizar. A partir de este momento las misiones espaciales buscaban superar el tiempo de permanencia en el espacio, y es así como ese mismo año Titov superaba las veinticuatro horas de vuelo espacial.
Las naves Vostok soviéticas y las Mercuri americanas, eran naves que no tenían maniobrabilidad en el espacio, o sea, una vez situadas en órbita se quedaban a la deriva hasta que se las frenara para dejarse caer a tierra. En este contexto, los soviéticos asombrarían al mundo con otra hazaña, la de un encuentro de dos naves en el espacio. Para ello lanzaron el 11 de Agosto de 1962 la Vostok 3, y un día después la Vostok 4, para haciendo coincidir el paso y la órbita hacer que se juntaran lo más posible. Ambas naves se situaron a unos 5 kilómetros la una de la otra, se vieron a duras penas con prismáticos, pero a los ojos del mundo se marcaron otro tanto. Esta maniobra la realizarían los americanos en 1965 con sus naves Géminis, con un control perfecto de la situación y viajando durante un tiempo una al lado de la otra con unos 5 metros de separación.
La Unión Soviética de los años sesenta era una nación claramente machista, sin embargo de cara al mundo occidental sabían que había que dar otra imagen que encandilara al público, por eso de forma apresurada prepararon un pequeño grupo de mujeres, de las cuales saldría elegida Valentina Tereskova, la cual viajaría a bordo de la Vostok 6, pero su trabajo se limitó a ser meramente una pasajera, ya que se le prohibió tocar cualquier mando de la nave, todo se hacía automáticamente desde tierra. Este hito no fue ni más ni menos que una parodia propagandística de un régimen que no admitía mujeres en su gobierno. Una vez lograda la hazaña, las mujeres serían apartadas del programa espacial hasta veinte años después. Hay que reconocer que también la sociedad americana en aquellos tiempos era machista, pero al menos no pretendían engañar a nadie.
En 1964 Nikita Kuschev es informado del inminente proyecto Géminis americano, el cual constaba de una nave tripulada por dos astronautas. Ante semejante reto y para no quedarse atrás exigía a Korolev que rápidamente preparase una nave no con dos cosmonautas, sino con tres. Quería volver a asombrar al mundo y cuando los americanos ponían a dos hombres en órbita, ellos ya estaban con tres. En aquellos tiempos Korolev estaba con los planos de la que sería la nave más rentable y segura de la era espacial, la Soyuz. Le dijo a Kruschev que era imposible y que aún le faltaba mucho por hacer. Ante la desesperada insistencia de este, ideó un plan por el que recolocaría a los pasajeros en una nave Vostok, prescindiendo del traje espacial para ahorrar espacio, y en unas condiciones realmente incómodas, sobre todo porque los pocos mandos de que disponía la Vostok ahora quedaban en zonas de difícil acceso. Así nació en un tiempo record el proyecto Voskod. De esta manera nuevamente los soviéticos el 12 de octubre de 1964 sorprendían al mundo colocando a tres hombres en el espacio.
Nave Vostok con un tripulante. Nave Voskod 1 con tres tripulantes, y nave Voskod 2 con dos tripulantes y esclusa de salida.

No era suficiente para Kuschev y nuevamente exigiría más a su ingeniero jefe. Ahora quería un paseo espacial, quería que el primer hombre en salir al espacio fuera un ciudadano soviético. Para ello el ingenioso Korolev prescinde de uno de los asientos de la Voskod, y en su lugar coloca un artilugio hinchable en forma de cilindro, el cual serviría de esclusa de presurización para la salida al exterior del cosmonauta. Hay que tener en cuenta que las capsulas soviéticas no tenían capacidad para recuperar la presión perdida. De esta manera Leonov, el 18 de Marzo de 1965 se convirtió en el primer hombre que volara libremente por el espacio. Semejante chapuza trajo como añadidura que el traje espacial de Leonov se hinchara en exceso, y a punto estuvo de no poder entrar de nuevo en la esclusa. Esta es una de tantas acciones soviéticas que por muy poco no se transformaron en tragedias.

Esta operación la realizarían los americanos el 3 de Junio de 1965 con la Géminis 4, para lo que descomprimieron la cápsula, la volvieron a comprimir y realizaron un paseo espacial sin ningún incidente.

A partir de este momento los soviéticos se dormirían en los laureles, mientras tanto los americanos avanzaban con paso firme y seguro ahora con el programa Géminis. Con las naves Géminis, los americanos realizarían con gran éxito todas las maniobras que luego serían necesarias para el viaje lunar. La muerte en 1966 de Korolev daría al traste con las aspiraciones soviéticas de llegar los primeros a la Luna.

Pero estos no tiraron la toalla y pretendían recuperar el tiempo perdido con la Soyuz. Ahora vendrían las prisas y sin haber completado una serie de lanzamientos exitosos de prueba, el 23 de abril de 1967 lanzaban la Soyuz 1, para al día siguiente lanzar la 2, realizar un encuentro espacial y en vuelo hacer un cambio de tripulación de una nave a otra. Todos sabían que la Soyuz 1 aún no se encontraba en condiciones de volar, y Vladimir Komarov se encontraba en una situación comprometida según su condición de militar. El vuelo fue un auténtico desastre, nada funcionaba bien en aquella nave, rápidamente se anuló el despegue de la Soyuz 2, y se procedió a retornar la 1. Cuando ya se habían superado todos los problemas los paracaídas no se abrieron, estrellándose contra el suelo y pasando a la historia como el primer accidente en vuelo de la exploración espacial. Realmente esto no fue un accidente, más bien deberíamos de denominarlo como un crimen, un empecinamiento de los militares soviéticos que no tenían el mismo respeto por la vida que los americanos.

Este varapalo no amedrentó a los soviéticos y siguieron trabajando a marchas forzadas por retomar la primera posición. Mientras las Soyuz perfeccionaban su tecnología, los trabajos ahora se centraban en el cohete lanzador capaz de superar la gravedad terrestre y lanzar una nave a nuestro satélite. El prototipo era al N1, un auténtico monstruo similar al Saturno V de Von Braun. Pero mientras el Saturno V no tendría ningún tipo de fallo en ninguna de las pruebas, el N1 nunca conseguiría alcanzar la estratosfera con éxito. Aquí se acabarían todas las esperanzas de los soviéticos por ganar la carrera espacial.
El trabajo de los americanos fue un trabajo serio, profesional y muy bien planificado, mientras los soviéticos se limitaban simplemente a florituras impactantes que no les llevaba a ningún lado.
En los años 60 la información sobre la situación de la carrera espacial era muy controvertida, por un lado prácticamente se sabía casi todo de la situación americana y solo se sabía de los soviéticos por sus éxitos. Con la desaparición de la URSS infinidad de historiadores y periodistas, entrevistaron a cosmonautas, ingenieros, preparadores, técnicos y todo tipo de personal relacionado con la exploración espacial soviética, estando prácticamente todos estos datos contrastados y dándose por buenos, de tal manera que al día de hoy se conoce tanto por el lado americano como por el soviético todo lo que acaeció en aquellos años.

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