El tiempo en Gijón (España)

Música: E. Grieg y R. Korsakov

Buscar en este blog

martes, 23 de febrero de 2010

Laika, un sacrificio para la historia.


El 4 de Octubre de 1957, la Unión Soviética sorprendía al mundo con el lanzamiento del primer satélite artificial, el “Sputnik 1”. Tras el shock inicial de la nación norteamericana, que en ningún momento consideró que los soviéticos pudieran tener una tecnología tan avanzada como para llevar a cabo tal evento, el 3 de Noviembre vuelven a sorprender con otra hazaña de superiores características. Mientras los Estados Unidos buscaban igualar la contienda con el lanzamiento del Vanguard-1, un satélite de 1,5 kgs., frente a los 85 kgs. del Sputnik-1, ahora el Sputnik-2 debía de elevar a la órbita un peso de 508 kgs. Pero lo verdaderamente sorprendente no fue este dato técnico que todo el mundo obvió, sino la presencia en su interior del primer ser vivo que saldría de la atmósfera terrestre. La perrita “Laika”(en la foto) viajaba en su interior, en un viaje al espacio sin retorno.



Laika, era una perra reclutada por el ejército rojo vagabundeando por las calles de Moscú. Por sus cualidades pronto pasó a formar parte del equipo de perros destinados al programa espacial soviético. Pesaba unos 6 kgs. y tenía una edad aproximada de 3 años cuando fue capturada. Después de una rigurosa selección, llegarían a una fase final junto a Laika: Albina y Mushka. Albina sería lanzada en dos ocasiones en un vuelo suborbital para probar la resistencia a grandes alturas. Por su parte Mushka, volaría en el Sputnik 6 falleciendo junto a Pchelka el 1 de Diciembre de 1960 al explotar la capsula en la reentrada. Tiempo después se diría que la capsula había sido explosionada de forma manual al comprobar que debido a un error iba a aterrizar en otro país, pero lo cierto es que cuando llegó el momento de regreso, el retrocohete no funcionó bien, impidiendo la maniobra. El motor no se apagó en el momento previsto, causando una penetración atmosférica demasiado angulada. Los dos perros quedaron atrapados sin posibilidad de recuperación, y murieron carbonizados.

El entrenamiento de estos perros consistía en acostumbrarlos al entorno que encontrarían en su viaje espacial. Para ello, se iba reduciendo sistemáticamente el espacio de sus jaulas, manteniéndoles en un estado de inmovilización durante 15 o 20 días. Rutinariamente se les sometía a grandes ruidos y vibraciones, similares a los que se producirían en el despegue. Las fuertes aceleraciones eran entrenadas en centrifugadoras similares a las que veríamos después con los astronautas. Durante estas actividades tanto la presión arterial como el pulso llegaba a duplicarse, provocando alteraciones nerviosas, disfunciones en el sistema excretor de los animales, al igual que su condición física en general.

El habitáculo en que viajaría Laika, sería tan reducido que solamente le permitiría tumbarse o ponerse de pié. Sujeta a unos arneses para evitar el vuelo en ingravidez, prácticamente no podía moverse. Sobre su cuerpo se le instalaron sensores para controlar sus funciones vitales de forma telemétrica desde el control de tierra.

En el momento del lanzamiento, el ritmo respiratorio de la perra se cuadruplicaría, la frecuencia cardiaca pasaría de 102 latidos a 240. Solamente pasadas tres horas recuperaría su pulso normal, cuando en los entrenamientos esta estabilización se producía en una hora escasa. Esta situación denota el grado de estrés al que se había sometido al animal. Aunque curiosamente los datos telemétricos indicaban que Laika comía.

El hermetismo soviético llevaría a la proliferación de todo tipo de leyendas e informaciones confusas sobre la realidad. De Laika, se dijo que vivió diez días en el espacio, hasta que las reservas de oxígeno se acabaron. También se dijo que al final del depósito de comida a base de gelatina, había un veneno que la haría dormirse lentamente. O que intencionadamente se suministraría un gas letal una vez realizados los experimentos pertinentes. Ante las constantes críticas mundiales de las sociedades para la defensa de los animales, la U.R.S.S. informaría que el animal retornaría vivo a la Tierra, a pesar de que la capsula en que viajaba no tenía sistema de retorno. Pero lo cierto fue que la perra solo sobrevivió unas cuatro órbitas, puesto que desde tierra se habían dejado de recibir señales vitales entre las 5 y las 7 horas del despegue. Debido a un fallo en el sistema de separación de la última fase del cohete y el satélite, estos no se separarían, provocando un sobrecalentamiento en el habitáculo que junto al estrés que venía soportando, serían letales para Laika. Según informaría Dimitri Malashenkov, director del Instituto de Problemas Biológicos de Moscú, en el Congreso Mundial del Espacio, celebrado en Houston en 2002.

La cápsula con los restos del animal daría 2750 vueltas alrededor de la Tierra, antes de que se desintegrara en la atmósfera el 4 de Abril de 1958.

Laika alcanzaría la inmortalidad, apareciendo en obras de numerosos artistas del campo de la literatura, escultura, o música. Muchos países le rendirían tributo insertando su imagen en sellos de correos. En 1997, Rusia colocaría una placa en la entrada del centro de formación de cosmonautas “Ciudad de las Estrellas”, muy próximo a Moscú, donde aparece tímidamente entre las piernas de cosmonautas fallecidos en misiones espaciales. También en Moscú, en el “Monumento a los Conquistadores del Espacio” Laika vuelve a aparecer esculpida. En el 2005 un pedazo de terreno de Marte fue llamado Laika por los controladores de la misión del Mars Exploration Rover. En 1988, el grupo Mecano, en su álbum “Descanso Dominical”, incluyó una canción llamada “Laika” que relata el lanzamiento del Sputnik 2.

Así fue como Laika pasó a encabezar la lista de la cantidad de animales que continuamente son sacrificados en pro de la humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario