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lunes, 28 de junio de 2010

El senador Proxmire y los presupuestos del SETI


Con la llegada del hombre a la Luna los presupuestos de la NASA se fueron paulatinamente recortando, hasta el punto de que tuvieron que ser suspendidas las tres últimas misiones del programa Apolo, pero no solo eso, sino que nunca hubo más dinero para volver a la Luna. Esta política de austeridad perjudicaría además de los programas lunares, a otros como el SETI (búsqueda de inteligencia extraterrestre). A este respecto “The Washington Post”, se haría eco de la siguiente anécdota:

En Octubre de 1981, representantes de la NASA se reunían con miembros del Senado para discutir los presupuestos para el año fiscal 1982. Poco a poco se fueron explicando los proyectos y las necesidades de la agencia espacial, y atendiendo a las preguntas de los senadores. Cuando se llegó al capítulo del SETI, el senador demócrata por el estado de Wisconsi, William Proxmire(en la foto), preguntó: “¿En qué consiste eso del SETI?” A lo que se le explicó que consistía en mandar señales al espacio, al objeto de recibir alguna posible respuesta que evidenciara la existencia de vida inteligente extraterrestre. Dicha investigación no convenció al senador, por lo que se denegaron los fondos presupuestados. Posteriormente, Proxmire informó al presidente Ronald Reagan, diciéndole textualmente: “Señor Presidente, hace tres años la NASA pidió tres millones de dólares para financiar un programa llamado “Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre”. La idea fundamental de este programa consiste en buscar inteligencia más allá de nuestro sistema solar. Nuestros mejores sabios de la NASA dicen que es probable que haya vida inteligente en algún punto de la galaxia. Yo he pensado siempre, que si se quieren buscar inteligencias habría que empezar precisamente aquí, en Washington, en donde ya es difícil encontrarlas; quizás sea incluso más difícil que encontrarlas en otros sistemas solares”.

En fin, si los políticos tuvieran el mismo grado de inteligencia que de ingenio, otro gallo nos cantaría. Por supuesto, aquel año se cancelarían los presupuestos del SETI. Los años posteriores se retomarían, pero en menor cuantía.

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martes, 22 de junio de 2010

Ovnis y medios de observación


La Unión Astronómica Internacional tiene registrados en este momento 1.491 observatorios astronómicos repartidos por todo el mundo, siendo en su mayor parte observatorios profesionales, y luego un menor número de observatorios de una alta calidad técnica pertenecientes a sociedades locales, pero que también realizan una función interesante. Estos observatorios escudriñan todo el universo, fotografiándolo y comparando informáticamente cualquier variación súbita que se produzca en el cielo. A parte de esto hay miles, quizás algún millón, de aficionados que todas las noches apuntan sus telescopios al infinito deleitándose con el espectáculo. Además de estos telescopios ópticos, existen multitud de ellos que captan la luz en otras longitudes de onda, y que de alguna manera también rastrean una buena parte del Sistema Solar, incluso más allá. Con esto no quiero decir que se cubra por completo toda la bóveda celeste, pero sí una gran parte. En el último centenar de años, en el mundo se vienen observando continuamente de forma aislada e individual infinidad de avistamientos OVNIs, sin embargo nunca han sido ratificados por ningún observatorio del mundo. Ni siquiera revisando en los archivos fotográficos, se ha podido confirmar la existencia de nada extraño que se aproximase a la Tierra cuando se producen estos avistamientos.

Existen además sistemas de vigilancia de basura espacial, que mediante una especie de radar controlan todo tipo de satélites, naves espaciales y fundamentalmente la basura espacial, detectando cuando alguno de estos cuerpos está a punto de caer a la Tierra. Tampoco estos sistemas han detectado nada que se le pueda relacionar con avistamientos OVNIs.

Ni siquiera los radares dispersos por los aeropuertos de todo el mundo nunca han confirmado nada. De acuerdo que algunas veces han detectado objetos sin identificar, pero estos objetos nunca han sido ratificados por otros aeropuertos. Y no digamos nada de los controles militares de defensa de los países, que tampoco tienen en sus archivos incidencias coincidentes con avistamientos OVNIs.

Resulta verdaderamente curioso que ante la infinidad de avistamientos que se han producido en el siglo pasado, ninguno de estos sistemas haya confirmado nunca nada extraño coincidente con el fenómeno. Sería un descrédito para nuestros científicos que los extraterrestres hubieran llegado a la Tierra, y no se hubieran enterado.

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jueves, 10 de junio de 2010

El accidente de Baikonur y los misiles de Cuba


Puesto que en la Unión Soviética la industria armamentística y la espacial caminaban de la mano, el accidente ocurrido el 24 de Octubre de 1960 en la base de lanzamientos de Baikonur, se le puede considerar también como parte del programa de exploración espacial soviético. La explosión de un cohete mientras se procedía a ultimar los detalles para su lanzamiento, sesgó la vida de 92 personas, entre ellos: técnicos, ingenieros y algunos militares. Nuevamente intereses políticos y militares volvían a arruinar el excelente trabajo de los científicos. Como era habitual, el accidente se mantendría en secreto hasta finales de los años 80, cuando la revista rusa “Ogonyok” publicaba los primeros artículos sobre esta catástrofe. Se presume que los servicios de inteligencia norteamericanos estaban al corriente de lo ocurrido, pero no hicieron ningún tipo de publicación para no dar detalles de sus actividades de espionaje.

El cohete en pruebas era el denominado “R-16”, el cual estaba considerado como un misil balístico intercontinental, y por lo tanto tendría un alcance tal, que siendo lanzado desde territorio soviético podría llegar hasta cualquier ciudad de los Estados Unidos. En la Guerra Fría la U.R.S.S. se estaba quedando a la zaga de los americanos, que ya poseían los cohetes Atlas y Titán capaces de hacer un trabajo similar. Con el R-16 se pensaba recuperar el terreno perdido. Es de suponer la gran expectación y tensión causada por los resultados de este lanzamiento en el Kremlin.

A la finalización de la II Guerra Mundial, en la URSS existían varios grupos de expertos en el desarrollo de cohetes, al frente de los cuales destacaba el diseñador Serguei Korolev, que sería el principal artífice del programa espacial soviético. Pero en este caso, el R-16 había sido construido por el diseñador jefe Mikhail Yangel. Yangel ya había construido en 1957 el misil de mediano alcance R-12, el cual jugaría un rol clave en la Guerra Fría cuando fue desplegado en 1962 en Cuba.

Entre los diseñadores soviéticos existió siempre un recelo provocado fundamentalmente por las competencias a la hora de conseguir los mejores presupuestos, pero además de esto existió una guerra particular entre Korolev y el resto, debido a los propulsantes a utilizar. Por un lado, Yangel, Glushko y Chelomei, eran partidarios de los propulsantes hipergólicos, caracterizados por estar formados por dos componentes que arden de forma violenta al entrar en contacto. Son compuestos altamente tóxicos y corrosivos, y su combustión genera gases de alta toxicidad. Su principal ventaja es que puede almacenarse durante largos periodos de tiempo, lo que les hace ser ideales para misiles que tienen que estar listos en todo momento. Y por otro Korolev, partidario de los propulsantes criogénicos (tipo hidrógeno y oxígeno) que deben de ser almacenados a temperaturas inferiores a cien grados bajo cero, lo cual hace que no se puedan mantener cargados mucho tiempo. Son ideales para lanzamientos espaciales, pero no como misiles de guerra. Korolev consideraba que la manipulación de los propulsantes hipergólicos era excesivamente peligrosa, en realidad lo que él buscaba era la seguridad de sus técnicos.



Durante el mes de Octubre de 1960, se trabajó intensamente y a marchas forzadas, para tener un cohete R-16 en fase de pruebas preparado para el lanzamiento, fijado para el día 23. Ese mismo día, acompañaban a Yangel un gran número de militares, al frente de los cuales se encontraba el general Mitrofan Nedelin(en la foto), responsable de las fuerzas de misiles estratégicos soviéticos. Una vez cargado el misil de propulsante se detectó una fuga, pero se consideró que al ser pequeña se podía seguir adelante con el ensayo. Pero a continuación se detectó un fallo en una válvula de uno de los motores, y poco después el que fallaba era el distribuidor de corriente que alimentaba al cohete. Ante estas contrariedades, los técnicos propusieron proceder con el protocolo de trabajo establecido para estos casos, que consistía en vaciar los depósitos de propulsante, y retirar el misil de la rampa de lanzamientos para una revisión a fondo. Al oir esta propuesta, el general estalló en ira, gritando que ante una guerra nuclear no habría tiempo para estas cosas. Por lo que se decidió posponer el lanzamiento para el día siguiente, y en aquella situación proceder de urgencia a las reparaciones pertinentes. Los técnicos trabajaron sin descanso toda la noche, con el misil cargado de propulsante. Al día siguiente, faltando media hora para el lanzamiento, la cuenta atrás se volvía a detener, y Nedelin que se encontraba en una zona de seguridad a 800 metros, solicitó se le condujera hasta la plataforma, para de esta forma presionar aún más a los trabajadores. De esta manera se volvían a saltar todos los protocolos de seguridad, ya que alrededor de un misil cargado de propulsante no puede haber nadie, nada más que los estrictamente imprescindibles. La tensión era evidente. Ante tanto nerviosismo un técnico dejó activado por error un interruptor de la mesa de operaciones, que activaba de emergencia la segunda fase del cohete. Una vez activada la mesa, el cohete interpretó esta posición como de reposo. Y entre prisas, carreras y nervios, un técnico se dio cuenta de la incorrecta posición del interruptor, volviéndolo a la anterior, la cual ahora sería interpretada por el cohete como de activación por emergencia, arrancando la segunda fase que estaba sobre la primera y en la rampa de lanzamiento, causando así la explosión del conjunto, arrasando todo lo que se encontraba en las inmediaciones, y llevándose por delante a Nedelin y su séquito. Afortunadamente, Yangel se había ido a fumar un cigarrillo a uno de los bunkers de seguridad, por lo que consiguió salvarse. En la explosión morirían en el acto 76 personas, a las que habría que añadir 16 más de los 49 heridos, a causa fundamentalmente de los gases tóxicos del propelente. El informe de la investigación del accidente daría como conclusión el mal diseño de la mesa de control, que permitió la activación de los motores de la segunda etapa cuando todavía se estaban efectuando las pruebas previas al lanzamiento. Sin embargo, el informe no menciona la imprudencia que supuso saltarse todos los procedimientos de seguridad. Según palabras del propio Brezhnev, que participaría en la comisión investigadora: “todos los responsables han sido ya castigados”.


Recreación cinematográfica del accidente, con imágenes reales de la explosión tomadas por las cámaras de seguridad.

La base de lanzamientos quedó completamente destruida, pero la pérdida de tantos técnicos e ingenieros supuso un retraso considerable que se tardaría en recuperar. Según señala el historiador espacial norteamericano Curtis Peebles, el retraso en la entrada en funcionamiento de este cohete fue lo que pudo conducir a la llamada Crisis de los misiles de Cuba. Al no tener los soviéticos un misil de largo alcance, y ante las situaciones políticas que estaban acaeciendo en Cuba, decidieron equilibrar la balanza de poder de los misiles Atlas y Titán, con misiles R-12 desde la isla caribeña. De haber entrado en servicio el R-16 a tiempo, esta situación arriesgada que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, posiblemente no se hubiera producido nunca.

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martes, 1 de junio de 2010

Las primeras novelas de ciencia ficción



La novela de ciencia ficción siempre fue la avanzadilla de la exploración espacial. Para hacer grandes cosas hay que tener grandes sueños, y la gran capacidad de la mente humana para soñar, hace que esta vaya siempre por delante de la técnica. Hasta principios del siglo XX, la ciencia ficción no existía como tal. Hasta esa fecha las narraciones que hoy día no dudamos en calificar de ciencia ficción recibían diversos nombres, tales como viajes fantásticos, relatos de mundos perdidos, utopías, romances científicos o novelas científicas. Basándonos en estos datos podemos considerar que la primera novela de ciencia ficción es la de Antonio Diógenes titulada: “Las maravillas de mas allá de Tule”, en el que se narra un viaje fantástico a la Luna. Debió de ser una gran novela puesto que hay referencias de varios autores, sin embargo no se conserva al completo, solamente tenemos algunos fragmentos. Esta obra está datada aproximadamente a finales del siglo I d. de C. Pero la que si conservamos al completo y podemos considerar como primera obra de ciencia ficción es: “Relatos verídicos”(en el vídeo) de Luciano de Samósata (125-181 d. de C.) (en al foto). Que entre otros relatos cuenta en primera persona como su barco con cincuenta hombres, se ve atrapado por una gran tormenta que los arrastra hasta la Luna. Allí viven aventuras con los selenitas (habitantes de la Luna), seres humanoides y extraños a los que ayudan en su lucha contra los habitantes del Sol. Cuando consiguen abandonar la Luna viajan por algún otro satélite hasta que por fin llegan de nuevo al mar.


(Relato de la novela)

Resulta curioso el hecho de que titule su obra “Relatos verídicos”, cuando advierte claramente que todo lo que se dice en ella es mentira: “Escribo, por tanto, de lo que ni vi ni comprobé ni supe por otros, y es más, acerca de lo que no existe en absoluto ni tiene fundamento para existir. Conque los que me lean no deben creerme de ningún modo”. Es toda una declaración de principios: “la única verdad es que les miento”, viene a decir Luciano.

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