Las naves soviéticas Vostok, eran tan simples que carecían de maniobrabilidad, una vez situadas en la órbita, allí se quedaban a la deriva hasta que se procedía a las maniobras para su descenso. La selección de cosmonautas se realizaba entre el personal del ejercito de aviación, pero no se requería una experiencia particular. Para ello fueron seleccionados cinco hombres y posteriormente cinco mujeres, de las cuales solamente Valentina Tereskova volaría. A Valentina no se le permitiría en ningún momento tomar los mandos de la nave, los cuales eran controlados desde tierra, digamos que fue un mero pasajero espacial. Pero su auténtica labor vendría luego como político y luchadora en defensa del movimiento feminista soviético. Mientras tanto, la U.R.S.S. se apuntaba un nuevo tanto de cara a la imagen mundial, no solo aparentaba ser la nación tecnológicamente más avanzada, sino que sus ciudadanos tenían igualdad de derechos y oportunidades. Sin embargo, una vez conseguido el efecto, a las mujeres se las apartaría de la vida activa y... no se las volvería a tener en consideración hasta diecinueve años después.
(Valentina Tereskova. Canal Odisea)
En el otro lado del mundo, Estados Unidos afrontaba el proyecto Mercuri, seleccionando siete astronautas, todos ellos varones, que llevarían a cabo tal empresa. Fueron conocidos con el sobrenombre de “los siete de Mercuri”. Pero paralelamente, el General de Brigada del Comando de Investigación y Desarrollo de las Fuerzas Aéreas de E.E.U.U. Donal Flickinger y el médico Randolph Lovelace II, presentaron un proyecto a las Fuerzas Aéreas sugiriendo que desde el punto de vista de la ingeniería, sería más práctico mandar al espacio a una mujer que a un hombre. El proyecto fue rechazado de inmediato. Pero los dos hombres no cesaron en su empeño, y contactaron con Jerrie Cobb, una pionera de la aviación en Estados Unidos, a la que sometieron a las mismas pruebas que los aspirantes masculinos. Los resultados fueron tan positivos que se confeccionó una lista de diecinueve voluntarias para pasar las pruebas, las cuales fueron superadas por trece de ellas. A partir de aquel momento se las conocería como: “las trece de Mercuri”. El proyecto no era oficial, y fue en gran parte financiado por el multimillonario Bostwick Floyde, marido de Jackie Cochram, una de las mejores aviadoras de Estados Unidos y aspirante a convertirse en astronauta. El proyecto alcanzaría un nivel popular tan grande que la polémica se dilucidaría en el Congreso. Declararían a favor: Jerrie Cobb, Jane Hart (una de las trece) y Jacqueline Cochram. Y en contra: el administrador de la Nasa, George Low, y los astronautas John Glenn y Scott Carpenter. Pero para estupefacción de los congresistas, Cochram testificó en contra de las mujeres, y la ponencia quedó desestimada. La situación quedaría zanjada con la clausula de que los aspirantes a astronautas, deberían de proceder de pilotos de las Fuerzas Armadas, y no civiles. Claro está que en aquella época las mujeres no eran admitidas como pilotos del ejército. Posteriormente Floyde retiraría la financiación económica al proyecto, y este quedaría en el olvido. Pero la lucha de estas mujeres no terminaría aquí, y seguirían de forma individual luchando por sus derechos. En 2007, la Universidad de Wisconsin-Oshkosh, concedería a ocho de las supervivientes el “doctorado honoris causa”. Es de destacar el caso de Jane Hart, que siendo madre de ocho hijos aún tenía más de tres mil horas de vuelo (recordemos que Gagarin tenía poco más de cuatrocientas), y el de Jerrie Cobb que en 1981 fue nominada al premio Nobel de la Paz por su labor humanitaria en la selva amazónica.
(Las 13 de Mercuri. Canal Odisea)
Hubo que esperar hasta 1978, cuando la Nasa seleccionó a las primeras mujeres para el programa espacial del Transbordador. Fue entonces cuando los soviéticos haciendo gala de su oportunismo volvieron a preparar precipitadamente a nuevas cosmonautas. En agosto de 1982, Svetlana Savitskaya se adelantó a los norteamericanos ante el anuncio de la puesta en órbita de la primera mujer del programa estadounidense. Savitskaya viajó hasta la estación espacial Salyut 7, y batiría un record femenino de permanencia en el espacio de 113 días. Volvería de nuevo en 1984 para realizar la primera caminata espacial de una mujer. Por último, la tercera y última mujer soviética -mejor dicho ya rusa- en el espacio, sería Elena Kondakova que viajaría a la estación espacial Mir entre los años 1994 y 1995, primero en una Soyuz y luego en el transbordador Atlantis. Casada con el cosmonauta Valeri Ryumin, este nunca vería con buenos ojos la profesión de su esposa, circunstancia que les traería algún que otro problema familiar. A día de hoy, solamente hay una mujer en el cuerpo de cosmonautas rusos, se trata de Yelena Serova que desde el año 2006 se encuentra como aspirante en proceso de entrenamiento a cosmonauta.
El 18 de Junio de 1983, E.E.U.U. pondría en órbita a Sally Ride a bordo del transbordador Challenger, siendo la primera mujer americana en alcanzar el espacio. Sally medía 1,63 y pesaba 52 kgs., parecía como si se hubiese colado en la Nasa por la puerta de atrás, los astronautas ya no tenían que ser de complexión fuerte, lo que primaba ahora era la inteligencia. Entre los requisitos básicos para acceder al cuerpo de astronautas es fundamental tener una carrera de grado superior, principalmente de ciencias. Sally era licenciada en física por la universidad de Stanford. Más tarde en 1984 sería Kathryn Sullivan la que realizaría el primer paseo espacial de una mujer norteamericana.
(Mujeres astronautas. Canal Odisea)
Y en 1995 Eileen Collins, se convertiría en la primera mujer piloto de un transbordador, para en 1999 ser la primera mujer comandante. Eileen, siempre invitaba al lanzamiento de sus vuelos a las miembros del “Mercuri 13”.
El 19 de Abril de 2008, regresaba de la Estación Espacial Internacional, la nave Soyuz TMA-11. A bordo se encontraba el cosmonauta y comandante Yuri Malenchenko, la norteamericana Peggy Whitson (primera mujer comandante de una tripulación de la estación espacial), y la surcoreana So-Yeon Yi, o sea, dos mujeres y un hombre. Por algún motivo, la nave hizo una entrada en la atmósfera con una trayectoria incorrecta, produciéndose unas tremendas aceleraciones y un sobrecalentamiento de la nave que estuvo a punto de explotar (algo similar a lo que le había ocurrido a la Soyuz 5 en 1969). Hasta treinta minutos después no supieron nada de la Soyuz, que cayó a cuatrocientos kilómetros del lugar previsto. Afortunadamente no pasó nada. Poco después, en rueda de prensa, el administrador de la agencia espacial rusa, señor Anatoly Perminov, a la pregunta de que si pensaba que esto podría deberse a la presencia de más mujeres que hombres en la nave respondió: “Como usted sabe, estas cosas en Rusia son de mal augurio, pero gracias a Dios, todo salió bien. Por supuesto, en el futuro, intentaremos que el número de mujeres no supere al de los hombres". Y cuando otro periodista lo acusó de sexista, respondió: “Esto no es discriminación. Simplemente digo que cuando hay mayoría de mujeres, a veces surgen comportamientos no autorizados, o bien ocurren otras cosas...”. Sin comentarios.
En septiembre de 2006, la iraní afincada en Estados Unidos Anousheh Ansari, viajó en una nave Soyuz a la Estación Espacial Internacional en calidad de turista espacial, invitada por la Agencia Espacial Rusa por una módica cifra de veinte millones de dólares. El dinero parece no entender mucho de sexos. Anousheh, se convertiría en la primera mujer turista espacial, al igual que la primera musulmana en alcanzar el espacio.
Cada día el número de astronautas mujeres se equipara mas al de los hombres, incluso en China que cuenta con un gran número de ellas en sus filas. Solamente Rusia, que como dije más arriba, aún sigue siendo bastante sexista, a pesar de la propaganda falsa que siempre ha hecho.
(Eileen Collins. Canal Odisea)
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