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viernes, 5 de marzo de 2010

El lado oscuro del "Aurora 7"





Los comienzos de la exploración espacial, estuvieron sometidos a situaciones de gran peligro. Solamente el buen hacer, y la pericia de los científicos los conseguiría reducir a porcentajes verdaderamente asumibles. No puedo decir lo mismo de la cantidad de militares y politicuchos, que presionaron constantemente a las administraciones para precipitar los proyectos, que los llevaría irremisiblemente a los mayores desastres y tragedias de aquellos años.
Constantemente se producían situaciones, que aunque no terminaban de forma dramática, en la Unión Soviética se silenciaban de forma rotunda. Por otro lado, Estados Unidos con su política liberal y transparente, hacía lo mismo pero de una forma más sutil.
El caso que les voy a contar, sucedió el 24 de Mayo de 1962 a Scott Carpenter(en la foto), el segundo norteamericano que orbitaría la Tierra, después del mítico John Glenn, en el vuelo MA-7 de la Nasa.
Hasta el momento, los norteamericanos habían lanzado cuatro vuelos tripulados al espacio. Los dos primeros, habían sido...
un simple y breve salto sobre la estratosfera. El primero de Alan Shepar, fue todo un éxito teniendo en cuenta su simplicidad. Sin embargo los primeros problemas vendrían en el segundo, donde Gus Grisson perdería la capsula al hundírsele en el agua, una vez había amerizado, por causas que aún hoy en día se desconocen. La siguiente misión sería la de John Glenn, esta vez orbitando tres veces la Tierra. Aquí se viviría la primera situación dramática de la aventura espacial americana. Una vez iniciado el camino de retorno, los indicadores del escudo térmico marcaban una avería en las sujeciones del mismo. Afortunadamente, todo fue un error, pero la incertidumbre hizo pasar un mal rato a los controladores de tierra, que estuvieron a punto de tomar decisiones que pudieron resultar fatales.
Los vuelos espaciales, eran televisados a una gran parte del mundo, acrecentando el morbo y las discusiones sobre la necesidad de asumir tantos riesgos. Por lo que las informaciones llegaban a la prensa de una forma solapada. Este fue el caso de Scott Carpenter en la misión “Mercuri 7”, hasta tal punto que hoy en día, aún no está del todo claro lo que sucedió en su nave, la “Aurora 7”. La misión de Carpenter, consistía en dar un mínimo de tres vueltas a la Tierra, y realizar una serie de experimentos de observación del planeta. Ya cuando llevaba órbita y media, el director de control de tierra Chris Kraft, le recriminó que estaba gastando demasiado combustible. Y al comienzo de la tercera, le ordenaron apagar los sistemas de posicionamiento manual, dejando la nave en modo automático. A partir de este momento, se activaron todos los protocolos para iniciar el camino de descenso. Lo cierto es que hubo un retraso en el encendido de los motores, que los controladores achacarían al propio astronauta, dando un buen susto a los telespectadores cuando no apareció hasta cuarenta y cinco minutos después de lo previsto, ya que cayó a más de cuatrocientos kilómetros de distancia del lugar programado, por lo que su rescate duró más de tres horas.



Rápidamente, la Nasa anunciaría a bombo y platillo el éxito de la misión, acallando así los posibles rumores que se cernían sobre los vuelos espaciales tripulados, pero rodeando este caso de un halo de escepticismo.
Oficialmente, la Nasa justificó el alto consumo de combustible, a un fallo en uno de los sensores de posicionamiento, lo que obligó a la nave a continuas correcciones con el consiguiente gasto, lo cual justificaría también el error del amerizaje. Sin embargo, pronto aparecerían rumores que no dejaban en muy buena situación al astronauta. Parece ser, según se diría, que la experiencia le sobrecogería de tal manera, que quedó extasiado ante el espectacular panorama que se cernía sobre su ventana, abandonando así sus funciones, y dedicándose a disfrutar del paisaje. Lo que está claro es que nunca más volvería a volar. En 1963, solicitaría la excedencia en la empresa, lo cual es considerado por muchos como debido a un cierto malestar con sus jefes. Posteriormente, en 1967, un accidente de moto le dejaría poca movilidad en un brazo, con lo que abandonaría definitivamente el cuerpo de astronautas.
A día de hoy, aun sigue la controversia sobre el caso del “Aurora 7”. Para unos, Carpenter resultó ser un incompetente en su trabajo. Pero para otros, el mal de todos sus males fue la avería del sensor de posicionamiento.
En el año 2001, la BBC, editaría un vídeo titulado: “Accidentes en el espacio”. En él, Scott Carpenter manifestaría:”…imagínate la máxima relajación que puedes alcanzar, eso es lo que es…, la visión desde esa altitud es transcendental. La combinación de esas dos cosas, es al menos adictiva.” Por su lado, Chris Kraft diría: “…creo que disfrutó mucho allá arriba…” Lo que sí está claro es que el personal de tierra no quedó satisfecho con el trabajo de Carpenter. Aunque también hay que decir que siempre existieron roces entre los controladores de vuelo y los astronautas, los cuales eran considerados como los “señoritos” del programa espacial.
Carpenter, siempre defendió su inocencia, achacando el alto consumo de combustible a la propia nave, sin embargo el posterior vuelo de Walter Schirra demostraría que se podía realizar ese trabajo, al volver a tierra con una buena cantidad de combustible.
Fuera como fuese, al día de hoy, lo que pasó en el Aurora 7, aún sigue siendo un misterio. Como diría Scott Carpenter: “Tiene un lado oscuro”.

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