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lunes, 22 de noviembre de 2010

El fenómeno OVNI


El fenómeno OVNI es difícil de evaluar, ya que por lo general no existen registros oficiales de los avistamientos que se producen en todo el mundo. Las denuncias suelen estudiarse someramente, y archivarse. Solo algunos aficionados, periodistas, o escritores profundizan en el tema, pero con un rigor que tarde o temprano hace dudar de la veracidad de los hechos. Los fenómenos OVNI, siempre existieron, entendiendo como tal la aparición de naves extraterrestres, aunque no sea lo más correcto. Pero cuando tuvieron su despegue como fenómeno mundial fue en la segunda mitad del siglo XX.

El primer caso de avistamiento OVNI registrado en los medios de comunicación, se produjo el 24 de Junio de 1947, cuando un joven hombre de negocios llamado Kenneth Arnold, que pilotaba un avión particular, divisó en las proximidades del Monte Rainier en el estado de Washington una formación de nueve objetos voladores relucientes a plena luz del día, durante unos diez minutos. Él fue el primero que acuñó el término de “platillos volantes” y apuntó la posibilidad de que se tratara de naves extraterrestres. A partir de este momento los avistamientos proliferaron de forma que algunos medios de comunicación llegaban a registrar más de 1.500 casos por año.

El morbo del fenómeno, y los progresos en investigaciones de carácter aeroespacial, llevaron a los ciudadanos del mundo a ver cosas extrañas en el cielo que a veces ni siquiera existían. Aviones especiales, satélites en órbitas bajas, globos meteorológicos, bandadas de pájaros, meteoros, auroras boreales, etc. Todo ello desconcertaba a una gente que abría sus mentes a una nueva era espacial. Si nosotros podíamos ir al espacio, ¿Por qué no podrían venir otros seres del espacio hacia nosotros? ¿Por qué íbamos a estar solos en el mundo?

El transcurso del siglo XX se caracteriza cada vez más por un aumento del materialismo, y mientras que antes a los fenómenos celestes extraños se les atribuían explicaciones milagrosas o circunstancias mágicas, ahora se justifican con explicaciones más acordes con los tiempos, donde lo que prima es un culto exacerbado a la tecnología. Además ocurre que cuando se produce un fenómeno extraño atribuido a extraterrestres, no es preciso justificar nada, porque esos seres pueden hacerlo todo. El tema de los extraterrestres se asemeja cada vez más a una nueva religión, se cree en ellos como se cree en un Dios. De hecho algunas religiones dirigen sus esperanzas a salvaciones por culturas superiores llegadas del espacio interestelar.

Aunque como decíamos arriba el fenómeno OVNI es muy difícil de evaluar, atendiendo a muestras estadísticas según Luis Ruiz de Gopegui, podemos clasificarlo en cuatro categorías:
a) Aproximadamente el 60 por ciento de los casos de avistamientos OVNI son sencillamente fraudes con toda clase de intenciones en busca de sensacionalismo barato.
b) El 20 por ciento son fenómenos naturales interpretados erróneamente en el momento del avistamiento pero correctamente interpretados con posterioridad.
c) El otro 20 por ciento son hechos puntuales sobre los que es prácticamente imposible hacer ninguna comprobación por métodos científicos, pues no dejan el más mínimo rastro para su posterior contrastación de resultados.
d) Y solamente el 1 por 1.000 de los casos denunciados son fenómenos ciertamente desconocidos sobre los que por el momento, a pesar de los estudios realizados, no se ha encontrado explicación satisfactoria alguna.

El fenómeno OVNI tuvo su apogeo en los años sesenta, cuando la actividad espacial estaba en pleno apogeo. A partir de este momento fue languideciendo de la misma forma que lo hacían los programas espaciales de la Unión Soviética y Estados Unidos. Hoy en día su interés ha disminuido debido a la falta de pruebas materiales que se aportan en todos los casos, aunque el morbo sigue manteniendo vivo el interés de algunos aficionados a todo tipo de fenómenos paranormales, que se regocijan en el placer que produce el misterio.

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lunes, 15 de noviembre de 2010

Accidentes chinos.


En 1970 China entraría a formar parte del selecto grupo de países con capacidad espacial, poniendo por primera vez en su historia un satélite en órbita terrestre. Pero su ambicioso programa espacial no terminaría aquí, ya que el 15 de octubre de 2003, Yang Liwei se convertiría en el primer taikonauta de la República Popular China. Convirtiéndose así en el tercer país del mundo con capacidad para hacer vuelos espaciales tripulados.

Y de nuevo la historia se vuelve a repetir. Igual que pasaría con sus colegas comunistas de la Unión Soviética en los años sesenta, en China nos encontramos con el grave problema de la escasa transparencia informativa. Como siempre, se publican los logros pero nunca los fracasos. De todas formas, hoy en día los medios de comunicación han avanzado tanto, que aún así en Occidente nos llega mucha información de las cosas que pasan en China, pero lógicamente manipuladas por el sistema político. Es por eso que muchas de las cifras que daré a continuación, todas ellas oficiales, son de una más que dudosa fiabilidad.

De la misma forma que ocurrió en la Unión Soviética o en Estados Unidos, los accidentes de la exploración espacial no ocurrían generalmente en vuelo, sino en tierra. El primer accidente chino fue conocido en Occidente en el año 1984, donde un joven técnico murió después de una agonía de más de seis años, como consecuencia de la exposición a radiación durante la realización de experimentos para el desarrollo de un satélite geoestacionario. También ese mismo año sería dado a conocer otro accidente, en este caso sin víctimas, ocurrido el 28 de Enero de 1978, al explotar un lanzador que se estaba preparando sobre la misma base de lanzamientos. Las cifras oficiales dadas por el gobierno chino fueron de seis heridos graves, y al menos doce más con heridas y quemaduras de diversa consideración. Se desconocen los detalles del suceso.

En los años noventa el programa de lanzamientos de satélites comerciales chino estaba en pleno apogeo, aunque también es preciso decir que plagado de fallos, lo que hacía subir las primas de seguros encareciendo notablemente los contratos con el extranjero. El 21 de diciembre de 1992, durante el lanzamiento de un satélite de comunicaciones australiano se producía la explosión del lanzador durante el ascenso, aproximadamente un minuto después del lanzamiento. Una investigación posterior determinaría que el problema fue debido a un fallo del satélite que derivó en la explosión del cohete. Debido a la distancia en que se produjo la explosión parece ser que no hubo ningún tipo de víctima.

El segundo accidente mortal se produciría el 2 de Abril de 1994, mientras se trabajaba en la puesta a punto de un satélite meteorológico chino, el Fen Yung 2, en la base de lanzamientos de Xichang. Debido a causas que aún no han sido reveladas, el satélite explotó cobrándose la vida de un técnico y ocasionando 31 heridos.

China cuenta con tres centros de lanzamiento de cohetes: Jiuquan, Taiyuan y Xichang. Como bien se sabe China es un país superpoblado, y el enclave de estos centros está en mayor o menor medida cerca de pequeños poblados, los cuales sufren constantemente la caída del cielo de restos de fuselaje de los lanzadores. El 6 de Enero de 1995 tendría lugar un fallo mucho mas catastrófico, en este caso lo que se trataba de lanzar era el satélite de comunicaciones Apstar 2. El accidente fue muy similar al ocurrido en el año 92. A los 50 segundos del lanzamiento, el cohete explotaba con tan mala fortuna que sus restos caían sobre una aldea próxima a la base de lanzamientos. La cifra oficial de víctimas fue de 6 muertos y 23 heridos, aunque como es lógico se sospecha de la fiabilidad de estas cifras. Las causas del accidente tampoco en este caso están del todo esclarecidas, ya que no hubo acuerdo entre las investigaciones realizadas por la empresa norteamericana Hughes (diseñadora del satélite) y los técnicos chinos, aunque todo apunta a una mala integración del satélite con el lanzador.

El 15 de Febrero de 1996, nuevamente se produciría otra desgracia en la emergente industria aeroespacial china. En este caso se trataba de un lanzamiento comercial, con el objeto de poner en órbita el satélite Intelsat 708, para retransmisiones de televisión para América Latina. Dada la importancia del lanzamiento, este se iba a retransmitir por televisión en directo para toda China. Pocos segundos después del despegue, cuando el cohete aún no había rebasado la torre de lanzamiento, este comenzó a inclinarse, en este momento la retransmisión televisiva se cortaba, y 22 segundos después el cohete estaba completamente invertido y caía sobre una aldea vecina a la base de lanzamiento, envolviéndola en una bola de fuego. La cifra oficial fue de seis muertos y cincuenta y siete heridos, pero fuentes no oficiales opinan que la cifra de víctimas pudo ser muy superior. Al día siguiente un ingeniero israelí que estaba en China para observar el lanzamiento, grababa con su videocámara los restos de la aldea de Xichang, totalmente destruida, como si hubiera sido atacada por un bombardeo.

Las bases de lanzamiento de cohetes tienen un perímetro de seguridad despejado lo suficientemente grande como para evitar estos incidentes, pero se demostró que China no parecía seguir estos criterios. En la actualidad el protocolo a seguir para un lanzamiento es el de evacuar a todos los habitantes de las aldeas cercanas hasta que se hayan concluido los lanzamientos. También últimamente se están desviando la mayoría de los lanzamientos al nuevo centro de Wenchan, en la isla de Hainan al sureste de China y frente al océano Pacífico. En la actualidad la exploración espacial china avanza a pasos agigantados, en este momento la sonda Chang`e-2 explora la Luna con el fin de mandar misiones tripuladas al satélite a principios de los años veinte, y en esa misma década está previsto proceder al alunizaje de taikonautas chinos.

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lunes, 8 de noviembre de 2010

Los horrores de Mittelwerk


El último día de la Primera Guerra Mundial para algunos alemanes fue el principio de la Segunda. No fue ni más ni menos que un tiempo de descanso, recuperación económica y rearme para volver a las andadas. Mediante el Tratado de Versalles, a los alemanes se les prohibía la fabricación de cualquier tipo de armamento pesado, sin embargo ellos argumentaban que el Tratado no decía nada sobre los cohetes. Los alemanes vieron en la cohetería una nueva forma innovadora de transporte de bombas, solo que aún necesitaban un tiempo para controlar este nuevo tipo de máquinas.

En 1932 el ejército alemán con la colaboración de un grupo de jóvenes aficionados a los cohetes, cedían las instalaciones de un campo de tiro en las afueras de Berlín para todo tipo de prácticas. Pronto el desarrollo de los cohetes fue tan grande que las alturas que alcanzaban estos suponían un riesgo para las zonas habitadas, por lo que hubo que tomar la determinación de trasladarse a otro lugar. En 1937 se creaba en Peenemünde, frente a la costa del Mar Báltico, una nueva base de lanzamiento de cohetes denominada:”Estación Experimental del Ejército Peenemünde” Al frente de la cual y como director técnico se encontraba el joven de 25 años Wernher Von Braun. La base fue un lugar secreto hasta que en plena contienda, la RAF mediante un vuelo de reconocimiento fotográfico, localizó las instalaciones de lanzamiento de cohetes. En la noche del 17 de Agosto de 1943, los Británicos bombardearían la base alemana, causando grandes destrozos que no llegaron a ser totales debido a un pequeño error de cálculo posicional.

Esta situación llevaría a Hitler a trasladar de nuevo la base de producción de los ya misiles V2 a otra zona, siendo en esta ocasión unas minas abandonadas en las montañas Harz a unos cuatrocientos kilómetros al sudeste de Peenemünde, cerca de la localidad de Nordhausen. Las minas consistían en dos largos túneles paralelos de cerca de dos kilómetros de longitud, y unidos por pasillos a modo de traviesas de tren, los cuales fueron agrandados por mano de obra esclava, suministrada desde el cercano campo de concentración de Dora. La nueva fábrica sería conocida con el nombre de “Mittelwerk”.

Con la ocupación americana de Alemania saldrían a la luz las atrocidades cometidas por los nazis en aquellas instalaciones. En los túneles de Mittelwerk se estima que entraron alrededor de 50.000 prisioneros, y solo salieron con vida la mitad de ellos, eso quiere decir que murieron unas cinco veces más de personas en la fabricación de los V2 que las muertes causadas directamente por este arma. La fase más dura fue la de expansión del sistema de túneles, en la segunda mitad de 1943. El proceso de excavación fue de una dureza inenarrable. Los obreros trabajaban en turnos de doce horas, extrayendo la piedra a pico y pala, arrastrando pesadas vagonetas cargadas de escombros. Sin apenas alimentación y escasas cantidades de agua y sin salir nunca de los túneles. Entre polvo, humedades, durmiendo en el suelo, sin instalaciones sanitarias, donde las enfermedades como el tifus, la disentería, la tuberculosis y la simple inanición acababan frecuentemente con la vida de aquellos que no morían trabajando. Azuzados por los látigos de los “capos”, trabajaban sin descanso, y si alguno se revelaba era rápidamente ahorcado y exhibido su cuerpo colgado durante días a sus compañeros de forma ejemplar.

Posteriormente los cadáveres eran incinerados en los crematorios de Buchenwald, hasta que se construyeron nuevos hornos en Dora.

Otra etapa de extremada dureza fue la evacuación de las instalaciones ante la llegada de las tropas aliadas. Los prisioneros, agotados y famélicos, eran hacinados en trenes y forzados a realizar extenuantes marchas a pie, en las que centenares morían por el camino. Los más débiles o enfermos fueron tiroteados o encerrados en establos y quemados vivos por las SS antes de abandonar las instalaciones. Los que consiguieron sobrevivir terminarían sufriendo toda la vida los efectos sicológicos producidos por la barbarie humana vivida.

Posteriormente los soviéticos bombardearían las puertas de los túneles para cerrarlos, y hoy en día se puede visitar una pequeña parte de la fábrica abierta al público.

En un discurso pronunciado por el General Walter Dornberger, director del complejo de Peenemünde, diría: “Hemos entrado en la era espacial”.

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martes, 2 de noviembre de 2010

Apolo 8. La misión mas arriesgada.


Si hablamos de las grandes misiones de la exploración espacial todo el mundo se acuerda de Yuri Gagarin, de John Glenn, del Apolo 11, o como no, del Apolo 13 que tuvo los corazones de todo el mundo en un puño durante unos días. Sin embargo nadie se acuerda del Apolo 8, y dentro de mi modesta opinión fue la misión más arriesgada de todas las habidas hasta la fecha, ya que el Apolo 8 abriría el camino hacia la Luna. Hasta este momento teóricamente los soviéticos iban por delante de los americanos en la carrera espacial, siempre todos los éxitos eran a cargo de los primeros, pero ahora serían los estadounidenses los que comenzarían a batir records.

Tras el retraso en el programa espacial americano producido por el accidente del Apolo 1, se produjeron varios lanzamientos de prueba todos exitosos, hasta que llegó el momento de lanzar un vuelo tripulado, el Apolo 7. Éste se limitaría a hacer una serie de prácticas en la órbita terrestre, y su lanzador era una variante menos potente del Saturno V, el Saturno IB. El siguiente vuelo estaba programado para realizar una serie de maniobras con el módulo lunar de descenso también en la órbita terrestre, pero aparece el primer problema, y era que aún no estaba totalmente terminado. Para evitar retrasos, se decidió alterar el orden de los vuelos, ya que la siguiente misión consistiría en orbitar la Luna, y para eso no haría falta el módulo lunar, por lo que fue el Apolo 8 el que se encargaría de esta misión. Pero la misión no dejaba de ser complicada, ya que los astronautas no tenían el tiempo suficiente para un correcto entrenamiento. Para ello se designó a tres de los grandes astronautas americanos: el comandante Frank Borman, el piloto del módulo de mando James Lowell (sustituyendo a Michael Collins debido a una lesión en la espalda y quedando relegado al Apolo 11), y el piloto del módulo lunar Willian Anders.

A pesar de todo, los soviéticos parecían seguir de cerca los pasos de los americanos, ya que los servicios de inteligencia fotografiaban un enorme cohete listo para ser lanzado en la base de Baikonur. Era este el “N 1”, un cohete de similares características al Saturno V, con capacidad para llevar un hombre a la Luna, pero que nunca llegó a hacerlo. De todas formas no se podía perder tiempo, y el 21 de diciembre de 1968 el Apolo 8 era lanzado al espacio con destino la Luna.

En el despegue del Apolo 8 hubo pequeños problemas, fallos en el motor que alargaba los encendidos y la órbita no fue del todo perfecta. Pero poco después se encendía la tercera etapa del Saturno V, iría aumentando la velocidad y ampliando la órbita hasta que suavemente se fue escapando de la atracción terrestre y con rumbo a la Luna. Era la primera vez que un ser humano abandonaba la Tierra en dirección a otro planeta. También era la primera vez que un ser humano alcanzaba una velocidad de 40.000 kilómetros por hora, que es la velocidad de escape de la Tierra. Por el espacio nos movemos realizando órbitas, y era la primera vez que un ser humano abandonaba la órbita terrestre para incorporarse a una órbita solar y después a una lunar.

Y ahora llegaba la fase más complicada de la misión, la llegada a la Luna. Hasta este momento todas las maniobras se habían hecho mediante complicados cálculos matemáticos sobre el papel, y mediante simuladores, pero ahora todo era real y estaba en juego la vida de tres personas, y todo un programa espacial que contaba con muchos detractores. La llegada a la Luna debía de ser muy precisa, un error en la velocidad o en el ángulo de aproximación y los astronautas podían terminar estrellándose contra la Luna o perdidos en el espacio. Tras 61 horas de vuelo, realizaron un nuevo encendido de corrección que frenó la nave para que pudiera ser atraída por el campo gravitatorio de la Luna. A las 69 horas de misión, la nave Apolo entró en la parte posterior del satélite quedando completamente incomunicados con tierra, en este momento se volvieron a encender los motores que dejarían al Apolo en órbita lunar. Esta maniobra era la mas delicada de la misión, de no ser correcta los astronautas no volverían con vida. Por primera vez un ser humano veía en directo la cara oculta de la Luna. Mientras en Houston, los controladores se tomaban un pequeño descanso lleno de tensión. Un reloj en cuenta atrás marcaba el momento en que se deberían de reanudar las comunicaciones, de hacerse antes o después dependía el fracaso de la misión. Cuando el reloj llegó a cero se oyó, de forma matemática, de nuevo a los astronautas que aparecían por el otro lado de la Luna. Todo había sido correcto, y los pasajeros veían también por primera vez aparecer la Tierra sobre el horizonte lunar, realizando una de las fotografías mas espectaculares del siglo XX. De esta manera también se batiría un nuevo record, en este caso de altura ya que se encontraban a unos 380.000 kilómetros de la superficie terrestre. Esta maniobra quizás haya sido la más delicada de toda la exploración espacial hasta la fecha.


A partir de este momento orbitarían la Luna en diez ocasiones y emprenderían de nuevo el camino a casa. James Lowell volvería de nuevo a la Luna, pero tampoco en este segundo vuelo tendría la suerte de posarse sobre ella ya que el famoso accidente del Apolo 13 hizo abortar la misión.

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