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lunes, 20 de septiembre de 2010

El primer paseo espacial


A principios de los años sesenta la humanidad emprendía la carrera más larga de la historia. La meta nunca había estado tan lejos, la Luna, y los competidores las dos potencias económicas resultantes de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos y la Unión Soviética. Ambos competidores afrontaban el reto con dos proyectos similares, por el lado soviético el programa Vostok, y por el americano el Mércuri. En ambos casos la tripulación de estas naves constaba de un solo pasajero, y una vez puestas en órbita carecían de capacidad de maniobrabilidad, o sea, solamente podían cambiar de órbita para descender.

Una vez acabado este programa, los americanos anunciaban el siguiente paso, el proyecto Gémini. Mucho más ambicioso que el anterior, se pretendía realizar cambios de órbita, encuentros y acoplamientos, paseos espaciales, y todo lo necesario para lo que luego sería el viaje a la Luna. Por su parte los soviéticos se dormían en los laureles, y ante la inminente entrada en servicio de las Gémini americanas, Kruchev instaba a su jefe del programa espacial, Korolev, a colocar no solo dos cosmonautas en el espacio sino tres. Korolev y su equipo trabajaban en la nueva Soyuz, pero a esta aún le faltaban dos años de trabajo, por lo que ingeniosamente decidió hacer una serie de modificaciones en la Vostok al objeto de incluir tres pasajeros donde antes solo iba uno. Para ello se asumieron una serie de riesgos como no llevar los cosmonautas traje espacial, o pocas reservas de oxígeno.A la izquierda la nave Vostok con un solo tripulante. En el centro la nave Voskhod 1 con tres tripulantes donde antes había solo uno. Y a la derecha la nave Voskhod 2 con dos tripulantes y la esclusa de salida al espacio.

Apareció así el que sería el proyecto Voskhod. El viaje sería un éxito, y el ambicioso Kruchev ahora aún quería más: una salida extravehicular. Los tanques de oxígeno de las Voskhod no tenían capacidad para una vez despresurizada la cápsula volver a presurizarla, por lo que ideó un sistema consistente en instalar un habitáculo intermedio donde el cosmonauta accedería al exterior, sin tener que despresurizar por completo la nave. Este habitáculo consistía en un tubo hinchable, como pasillo donde se efectuaba la descompresión para la posterior salida al exterior.Recreación de la nave soviética Voskhod 2 con su esclusa.

El 18 de Marzo de 1965 despegaba de Baikonur la Voskhod 2 con los cosmonautas Pavel Belyayev y Alexei Leonov(en la foto). Una vez alcanzada la órbita los cosmonautas se pusieron manos a la obra, Belyayev desplegó la esclusa hinchable y procedió a presurizar el nuevo habitáculo. Cuando se hubieron igualado las presiones abrió la compuerta interior por donde se introdujo Leonov con la cabeza por delante. A continuación se cerraría la compuerta y se procedería a la despresurización de la esclusa, una vez terminada se abriría la compuerta exterior y poco a poco Leonov iría saliendo al espacio. Más tarde recordaría: “Era una sensación extraordinaria. Nunca había sentido nada igual. Flotaba en libertad sobre el planeta Tierra y lo veía… veía como rotaba majestuosamente debajo de mí…” Al principio las cosas iban muy bien y Leonov disfrutaba de la nueva situación, pero pasados 10 minutos sintió que la situación se le escapaba de las manos. Debido a la presión interior del traje, este se fue deformando poco a poco. En una entrevista celebrada en el año 2000, diría: “Aunque en un principio el traje me estaba ajustado, mis pies se salieron de las botas y mis manos escaparon de los guantes. El trabajo se hacía imposible, intentaba coger los asideros y mis dedos no los agarraban…” Leonov intentaba volver al interior de la esclusa porque la situación de hacía insostenible, pero debido a lo hinchado que estaba el traje le resultaba imposible entrar por la compuerta. Entonces decidió despresurizar parcialmente su traje, sin consultar con el control de la misión: “…No pregunté a tierra sobre esto. Pensé que no tenía tiempo para ello. Podía imaginarme la cantidad de discusiones que seguirían y al fin y al cabo era yo quién tenía que hacerlo… Decidí que había estado respirando oxígeno el tiempo suficiente como para prevenir la formación de burbujas de nitrógeno en la sangre. Existía cierto riesgo pero no podía hacer otra cosa, y una vez hecho todo empezó a ir normal…” Comenta Leonov. Poco a poco se fue introduciendo en la esclusa, pero con los nervios lo hizo con la cabeza por delante, y en esta situación no podía cerrar la compuerta exterior. Estaba agotado y ahora se encontraba con el problema de tener que darse la vuelta dentro de la esclusa. La altura de Leonov con el traje puesto era de 1,90 metros, sin embargo el diámetro de la esclusa era de 1 metro. Tuvo que hacer un gran esfuerzo de contorsión para cambiar la posición, muy poco le faltaría para quedarse atascado en el intento. Su traje no estaba preparado para una actividad tan grande, y su sistema de refrigeración no podía equilibrar el calor producido por tanto esfuerzo, las pulsaciones del cosmonauta se elevaban a 140-160 pulsaciones por minuto, y la temperatura de su cuerpo subiría 2 grados, el traje se inundaba de sudor. Finalmente consiguió darse la vuelta y cerrar la esclusa, a continuación se volvió a presurizar el compartimento y felizmente pudo acceder al interior de la Voskhod.

Pero los problemas no acabarían aquí, la expulsión de la exclusa hinchable causó una avería en el sensor solar encargado de orientar correctamente la nave para la maniobra de reentrada, además un deficiente ajuste de la escotilla de la cápsula dio lugar a que empezase a perderse el aire del interior. Afortunadamente los depósitos de oxígeno de la Voskhod tenían el suficiente aire como para compensar la pérdida, siempre y cuando el descenso no se demorase. Cuando en la órbita 16 se procedió a las maniobras de salida de órbita para iniciar el descenso, los retrocohetes no funcionaron debido a la avería del sensor solar, una mala orientación en la reentrada podría suponer estrellarse contra la atmósfera, o perderse en la inmensidad del espacio. El propio Korolev se haría cargo del problema y ordenaría a la tripulación la realización de una reentrada manual. Debido a que los cosmonautas llevaban el traje espacial puesto, esta maniobra se haría muy dificultosa, pero gracias a la pericia de los mismos la operación terminaría realizándose con éxito. Todas estas maniobras traerían consigo que la nave terminara cayendo a casi 2.000 kilómetros del lugar previsto. Pero los problemas seguirían sucediéndose, puesto que el módulo de servicio que portaba los retrocohetes no se desprendió de la capsula, y ahora la reentrada no se haría con el escudo térmico. Nuevamente la suerte estaba del lado de los cosmonautas, y debido al calor de la reentrada las sujeciones se fundieron, soltando los retrocohetes y orientando el escudo térmico contra la atmósfera. La capsula cayó en medio de los Urales en una zona nevada y de espesa vegetación. Los equipos de rescate no llegarían hasta 8 horas después, y los helicópteros tendrían que aterrizar a 5 kilómetros del lugar donde se encontraban los cosmonautas. Dada la inminente caída de la noche, a los cosmonautas les lanzaron prendas de abrigo desde el aire y pasaron la noche a la intemperie. Cuando llegaron al día siguiente los equipos de rescate, era tan tarde que Leonov y Belyayev se vieron obligados a pasar otra noche en aquel lugar, esta vez acompañados por una veintena de soldados. Al día siguiente se taló una amplia zona del bosque donde pudieron aterrizar los helicópteros, y por fin rescatar a los cosmonautas.

El proyecto Voskhod sería un gran triunfo de cara al exterior, al transportar por primera vez tres cosmonautas y realizar el primer paseo espacial, pero la pérdida de estos dos años de trabajos retrasaría la finalización de la nave Soyuz, y con ello la pérdida de dos años que serían fundamentales en la carrera por llegar a la Luna.

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