El cohete en pruebas era el denominado “R-16”, el cual estaba considerado como un misil balístico intercontinental, y por lo tanto tendría un alcance tal, que siendo lanzado desde territorio soviético podría llegar hasta cualquier ciudad de los Estados Unidos. En la Guerra Fría la U.R.S.S. se estaba quedando a la zaga de los americanos, que ya poseían los cohetes Atlas y Titán capaces de hacer un trabajo similar. Con el R-16 se pensaba recuperar el terreno perdido. Es de suponer la gran expectación y tensión causada por los resultados de este lanzamiento en el Kremlin.
A la finalización de la II Guerra Mundial, en la URSS existían varios grupos de expertos en el desarrollo de cohetes, al frente de los cuales destacaba el diseñador Serguei Korolev, que sería el principal artífice del programa espacial soviético. Pero en este caso, el R-16 había sido construido por el diseñador jefe Mikhail Yangel. Yangel ya había construido en 1957 el misil de mediano alcance R-12, el cual jugaría un rol clave en la Guerra Fría cuando fue desplegado en 1962 en Cuba.
Entre los diseñadores soviéticos existió siempre un recelo provocado fundamentalmente por las competencias a la hora de conseguir los mejores presupuestos, pero además de esto existió una guerra particular entre Korolev y el resto, debido a los propulsantes a utilizar. Por un lado, Yangel, Glushko y Chelomei, eran partidarios de los propulsantes hipergólicos, caracterizados por estar formados por dos componentes que arden de forma violenta al entrar en contacto. Son compuestos altamente tóxicos y corrosivos, y su combustión genera gases de alta toxicidad. Su principal ventaja es que puede almacenarse durante largos periodos de tiempo, lo que les hace ser ideales para misiles que tienen que estar listos en todo momento. Y por otro Korolev, partidario de los propulsantes criogénicos (tipo hidrógeno y oxígeno) que deben de ser almacenados a temperaturas inferiores a cien grados bajo cero, lo cual hace que no se puedan mantener cargados mucho tiempo. Son ideales para lanzamientos espaciales, pero no como misiles de guerra. Korolev consideraba que la manipulación de los propulsantes hipergólicos era excesivamente peligrosa, en realidad lo que él buscaba era la seguridad de sus técnicos.
Durante el mes de Octubre de 1960, se trabajó intensamente y a marchas forzadas, para tener un cohete R-16 en fase de pruebas preparado para el lanzamiento, fijado para el día 23. Ese mismo día, acompañaban a Yangel un gran número de militares, al frente de los cuales se encontraba el general Mitrofan Nedelin(en la foto), responsable de las fuerzas de misiles estratégicos soviéticos. Una vez cargado el misil de propulsante se detectó una fuga, pero se consideró que al ser pequeña se podía seguir adelante con el ensayo. Pero a continuación se detectó un fallo en una válvula de uno de los motores, y poco después el que fallaba era el distribuidor de corriente que alimentaba al cohete. Ante estas contrariedades, los técnicos propusieron proceder con el protocolo de trabajo establecido para estos casos, que consistía en vaciar los depósitos de propulsante, y retirar el misil de la rampa de lanzamientos para una revisión a fondo. Al oir esta propuesta, el general estalló en ira, gritando que ante una guerra nuclear no habría tiempo para estas cosas. Por lo que se decidió posponer el lanzamiento para el día siguiente, y en aquella situación proceder de urgencia a las reparaciones pertinentes. Los técnicos trabajaron sin descanso toda la noche, con el misil cargado de propulsante. Al día siguiente, faltando media hora para el lanzamiento, la cuenta atrás se volvía a detener, y Nedelin que se encontraba en una zona de seguridad a 800 metros, solicitó se le condujera hasta la plataforma, para de esta forma presionar aún más a los trabajadores. De esta manera se volvían a saltar todos los protocolos de seguridad, ya que alrededor de un misil cargado de propulsante no puede haber nadie, nada más que los estrictamente imprescindibles. La tensión era evidente. Ante tanto nerviosismo un técnico dejó activado por error un interruptor de la mesa de operaciones, que activaba de emergencia la segunda fase del cohete. Una vez activada la mesa, el cohete interpretó esta posición como de reposo. Y entre prisas, carreras y nervios, un técnico se dio cuenta de la incorrecta posición del interruptor, volviéndolo a la anterior, la cual ahora sería interpretada por el cohete como de activación por emergencia, arrancando la segunda fase que estaba sobre la primera y en la rampa de lanzamiento, causando así la explosión del conjunto, arrasando todo lo que se encontraba en las inmediaciones, y llevándose por delante a Nedelin y su séquito. Afortunadamente, Yangel se había ido a fumar un cigarrillo a uno de los bunkers de seguridad, por lo que consiguió salvarse. En la explosión morirían en el acto 76 personas, a las que habría que añadir 16 más de los 49 heridos, a causa fundamentalmente de los gases tóxicos del propelente. El informe de la investigación del accidente daría como conclusión el mal diseño de la mesa de control, que permitió la activación de los motores de la segunda etapa cuando todavía se estaban efectuando las pruebas previas al lanzamiento. Sin embargo, el informe no menciona la imprudencia que supuso saltarse todos los procedimientos de seguridad. Según palabras del propio Brezhnev, que participaría en la comisión investigadora: “todos los responsables han sido ya castigados”.
Recreación cinematográfica del accidente, con imágenes reales de la explosión tomadas por las cámaras de seguridad.
La base de lanzamientos quedó completamente destruida, pero la pérdida de tantos técnicos e ingenieros supuso un retraso considerable que se tardaría en recuperar. Según señala el historiador espacial norteamericano Curtis Peebles, el retraso en la entrada en funcionamiento de este cohete fue lo que pudo conducir a la llamada Crisis de los misiles de Cuba. Al no tener los soviéticos un misil de largo alcance, y ante las situaciones políticas que estaban acaeciendo en Cuba, decidieron equilibrar la balanza de poder de los misiles Atlas y Titán, con misiles R-12 desde la isla caribeña. De haber entrado en servicio el R-16 a tiempo, esta situación arriesgada que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, posiblemente no se hubiera producido nunca.
MUY BUEN TRABAJO
ResponderEliminarasi termino este loco de nedelin con su ira y toda su locura temino desintegrado por el fuego lo unico lamentable tantas vidas que se llevo este demente que lo unico que queria llenarse de gloria pero se lleno de fuego y para siempre, con laa seguridad no se juega ni menos con el fuego.
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