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lunes, 19 de julio de 2010

Brezhnev, una salida airosa


La década de los sesenta fueron los años más apasionantes de la exploración espacial. Las dos superpotencias mundiales (Estados Unidos y Unión Soviética) llevaban su particular guerra fría al espacio, y se marcaban una meta tácita de ser los primeros en poner un hombre sobre la superficie lunar. Cuando Neil Armstong puso su pié sobre la superficie lunar el 21 de Julio de 1969, a los soviéticos no les quedó más remedio que reconocer silenciosamente su derrota. Pero no estaban dispuestos a quedarse impasivos ante tan grande humillación, para ello en octubre de ese mismo año, lanzarían de forma sucesiva tres naves Soyuz al espacio, haciendo un alarde de profesionalidad y dominio del medio. El objeto de la misión era que dos naves realizaran una serie de maniobras de acoplamiento, mientras la tercera fotografiaba el espectáculo. Nuevamente la improvisación y las prisas jugaban una mala pasada a los soviéticos. Debido a problemas técnicos, las naves no pudieron acoplarse, y el espectáculo más bien circense tenía que ser suspendido. De todas formas, no dejaba de ser un hito mundial el hecho de poner al unísono tres naves en el espacio y siete hombres.

A pesar del fracaso había que sacarle el máximo partido al evento, y diez días después se celebraba en el Kremlin un acto para honrar a los cosmonautas. Fue entonces cuando tomando la palabra Brezhnev, y tratando de darle un giro positivo a tantos fracasos manifestó:”…la ciencia soviética contempla la instalación de estaciones orbitales con tripulaciones que se releven sucesivamente, como el camino principal del hombre hacia el espacio exterior… la construcción de estaciones y laboratorios orbitales de larga duración había sido desde el principio el objetivo soviético, y formaba parte de un extenso programa espacial en el que se venía trabajando desde hacía años…” De esta manera, Brezhnev pretendía decir al mundo que ellos nunca estuvieron interesados en llegar directamente a la Luna, y que nunca estuvieron inmersos en lo que se dio por llamar la “Carrera Espacial”. Hoy en día sabemos que todo esto es falso, puesto que los soviéticos tenían en marcha un gran programa espacial lunar que no pudo superar al americano.

De todas formas, este discurso marcaría un antes y un después en la exploración espacial soviética, ya que a partir de este momento centraron su actividad en las estaciones espaciales donde se hicieron unos auténticos expertos, y sus conocimientos serían de enorme transcendencia en la construcción de la Estación Espacial Internacional.

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